*Por Joaquín Antonio Pino, presidente de ASAJA de Ávila.
Siempre he defendido que los agricultores y los ganaderos somos los primeros activistas por la naturaleza , los ecologistas de verdad, los del día a día. Y así es desde tiempos ancestrales, porque vivimos de nuestro campo. Los ganaderos de nuestra Sierra de Gredos aprovechan desde hace siglos los pastos de la montaña para alimentar a sus animales, manteniendo cuidado su paisaje singular.
Sin embargo, este uso tradicional de los pastos de montaña y sus ventajas ecológicas y de conservación parece pasar desapercibido. No se entiende que se menosprecie tanto la actividad de nuestros ganaderos cuando estos días se habla de la declaración de la Trashumancia, pastoreo ancestral en extensivo que tanto se ha practicado y aún se practica en nuestra provincia, como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Así ha quedado demostrado con la polémica generada en torno a la aplicación, sumamente restrictiva y alejada de la realidad, del Coeficiente de Admisibilidad de Pastos por parte de Europa. La reducción de porcentajes de pastos ha caído como una losa sobre las espaldas de unos ganaderos cargados de problemas: la caída de precios, el encarecimiento de los piensos y forrajes, los ataques del lobo y el saneamiento.
Ya en abril, ASAJA dio la voz de alarma acerca de los problemas con el CAP, que se confirmaron en octubre. Desde entonces, no hemos parado de trabajar hasta conseguir una solución: el compromiso del director general de Política Agraria Comunitaria, Juan Pedro Medina, de estudiar caso por caso los expedientes de los socios de ASAJA perjudicados para solventar los errores.
Si Europa conociera la realidad de nuestro campo y aplicara el sentido común, no habría que revisar tanto.