Las medidas compensatorias son claramente insuficientes y para nada resuelven el problema de una especie que va ampliando su radio de acción por todo el territorio
El último censo regional de lobo, elaborado por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, confirma el avance del cánido por el territorio regional, tanto en las zonas tradicionalmente loberas como en otras en las que hasta ahora no estaba presente. Según estos datos, recogidos durante los años 2012 y 2013, en Castilla y León habría al menos 179 manadas y cerca de 1.600 lobos, lo que supone un incremento del 20 por ciento respecto al censo anterior, de 2001.
Igualmente ha aumentado de forma considerable el área de distribución: al sur del Duero, donde la especie está protegida por la Unión Europea, el lobo hoy está presente en un 26 por ciento más del territorio que hace diez años. Además, las cifras apuntan que el lobo se consolida y refuerza al norte del Duero, especialmente en el tercio norte (reservas regionales de caza de León y Palencia, oeste leonés y provincia de Zamora). Todo ello hace que la administración califique de “situación favorable” el estado de conservación del lobo. La contrapartida de esta “situación favorable” es “el daño continuo e irreparable que se está ocasionando al sector ganadero, en un momento en el que prácticamente no hay zonas en la Comunidad Autónoma que hoy el lobo no haya convertido en su casa”, denuncia ASAJA. El censo oficial arroja que hay manadas del cánido en 43 de las 60 comarcas agrarias de Castilla y León, eso sin contar con que haya algunos individuos solitarios. “El hecho es que hoy por hoy el lobo está presente en más de dos terceras partes del territorio regional”, apunta ASAJA.
Esta situación ocasiona una presión continua e insoportable sobre los ganaderos: cada día hay en Castilla y León al menos dos ataques de lobo al ganado, más de 800 cada año, y eso atendiendo a los casos denunciados (muchos no se presentan bien por que carecen de seguro, desconocen o desconfían de recibir una indemnización que compense el trámite). Otro dato que refleja el informe de Medio Ambiente es que apenas en un 10% de los ataques pueden estar perros asilvestrados: “es decir, con los números en la mano, es el lobo el que ocasiona bajas continuas en el ganado, provocando una presión insoportable en cada vez un mayor número de explotaciones de la Comunidad Autónoma”, subraya ASAJA.
Para la organización agraria, “queda claro que la Administración está cumpliendo sus objetivos conservacionistas con el lobo, pero no está cumpliendo sus obligaciones de conservar el trabajo y medio de vida de las familias ganaderas. Los datos prueban que, en caso de colisión entre lobo y ganado, es el ganadero el que está siendo expulsado del territorio”.
ASAJA insiste en que el sistema de aseguramiento “ya nació cojo y con enormes carencias, e incumple la mayor: que si el lobo es una especie de todos, los costes que implique deben ser asumidos por todos, no como hasta ahora por el sector ganadero en solitario. Las medidas compensatorias son claramente insuficientes y para nada resuelven el problema de una especie que va ampliando su radio de acción por todo el territorio y creando conflictos irresolubles en el modo de vida tradicional de los ganaderos y de las familias rurales en su conjunto”.
ASAJA defiende la presencia del lobo únicamente en los territorios donde ha estado presente históricamente, con un control de censos que garantice la conservación pero no la proliferación de la especie, y exige que la Junta de Castilla y León asuma los daños como daños patrimoniales, valorándolos en su justa medida –incluyendo el lucro cesante- y pagando las indemnizaciones en plazos razonables.