Por Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León
En estos días tendremos la oportunidad de asistir a una de las mejores ferias de maquinaria que se celebran en Castilla y León y en toda España. Muchos crecimos teniendo como una referencia importante la antigua Feria de Muestras de Valladolid, que cada septiembre visitaban en masa las familias. Con el paso del tiempo, el modelo varió y la parte agraria fue desapareciendo, hasta que en febrero de 2009 se retomó la cita, centrada ahora específicamente en el campo.
En estas cinco ediciones Agraria se ha consolidado como un referente en el calendario de ferias de maquinaria y nuevas tecnologías relacionadas con el campo. Porque en este sector, nos paguen a 15 o a 22 céntimos, venga la cosecha mala o buena, hay que contar con maquinaria. La necesitamos y además nos gusta, y no digamos a los jóvenes que llevan pocos años incorporados, y que se conocen al dedillo cada detalle de los autoguiados, drones y demás aplicaciones ahora de moda.
Nos dicen que Agraria es una de las citas feriales que más retorno económico aporta, y lo creemos. Primero, porque el nuestro es un sector inversor, y muchas de esas visitas culminan en compra; segundo porque a lo largo de esas jornadas los asistentes dan vida a Valladolid, visitan la feria pero además comen en la ciudad y a veces hasta hacen una visita con la familia al centro comercial. Eso es mover la economía y es bueno para todos.
Pero también es cierto que comprar maquinaria agrícola supone una decisión muy importante para una explotación, en la que hay que mirar con lupa los gastos para que no patinen los ingresos. Entre nosotros, compartiendo un rato en el bar del pueblo, muchas veces comentamos que sobran máquinas, que cuántos hierros se apilan en las eras sin uso alguno. En el sector somos dados a tener lo que más nos gusta, lo mejor, lo más nuevo, con el deseo de hacer con más precisión las labores y ser más eficientes.
Tres motivos son los esenciales para cambiar de maquinaria. El primero, que la que tengamos, tractor o apero, se haga viejo; ahí la decisión está clara, porque siempre irás a mejor. Segundo, que ampliemos la explotación, algo que ocurre tanto en agricultura como en ganadería, una tendencia continua, porque cada vez hay menos profesionales y se trabaja más terreno o ganado. Tercero, que haya un cambio de cultivos o de orientación productiva, que te obligue a contar con diferentes herramientas. Algunos dirían que hay una cuarta razón, el capricho, pero ese no es un motivo razonable ni rentable, el que pueda que haga lo que quiera con su dinero.
En los últimos tiempos es cada vez más frecuente que el primer contacto que tiene el agricultor con la máquina que desea sea a través de Internet. En la web va recogiendo todos los datos sobre el tractor o apero en cuestión. Pero una vez superada esa primera fase, le gusta comprobar in situ lo que le ofrecen las distintas marcas. Internet nos abre las puertas, pero luego necesitamos saber cómo es sentarse en ese tractor; comprobar cómo abre los brazos aquel pulverizador; calibrar la anchura y tipo de vertederas de un arado, o si la máquina de abonar tiene la suficiente anchura y reparte de forma homogénea el producto, por poner algunos ejemplos. Y además no vendremos a la Feria solos, sino con tres o cuatro amigos, y entre todos querremos dar lecciones incluso al comercial que nos está enseñando la maquinaria.
Después de hacer la visita y tener más o menos claro lo que queremos, lo lógico es que vayamos al concesionario que está en nuestra comarca. Remarcar aquí una reclamación de ASAJA: poder comprar la maquinaria que queramos donde queramos y nos sea más conveniente, sin que se nos imponga un concesionario concreto. Otra de las cuestiones que tenemos todos en mente con esta maquinaria tan especializada y de tecnología tan compleja es tener la seguridad de que, en caso de avería, habrá un equipo técnico competente detrás, porque a veces esos ingenieros tan inteligentes que diseñan la máquina viven a miles de kilómetros y de sus técnicas poco saben en los talleres de nuestra zona, y hasta en los propios concesionarios que la venden.
Y por último, otra reclamación. Con lo cara que es toda esta tecnología, echamos en falta un nivel mayor de medidas de seguridad. No nos olvidemos que por muy grande que sea el tractor, por muy grande que sea el cultivador, las rejas de las ballestas se desgastan e incluso alguna se pierde por las tierras. Entonces te toca coger una reja nueva, la llave de estrella y un par de tornillos, meterte debajo del apero y cambiarla. Un apero que tiene toda la seguridad del mundo y que nunca pasa nada pero, ¿y si un día falla? ¿qué le costaría a ese fabricante haber empleado un poco de su tiempo y recursos para poner un peón hidráulico que en el caso de fallar otros elementos de seguridad nos salve la vida?
Son propuestas que desde ASAJA lanzamos aprovechando esta importante cita, a la que todos los agricultores y ganaderos estamos invitados. Una buena oportunidad para reencontrarnos con amigos e intercambiar puntos de vista.