Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 12 de febrero de 2016.
En la Conferencia Sectorial de Agricultura del pasado lunes, donde se reunió la ministra de Agricultura del Gobierno de España en funciones, Isabel García Tejerina, con los consejeros del ramo de cada una de las autonomías, se abrió la veda para pedir y reivindicar cuanto pidiera el cuerpo.
Los consejeros y consejeras del ramo soltaron la ristra de peticiones para agradar a su clientela, para dar material a los medios de comunicación de su territorio, y a diferencia de otras ocasiones, la señora ministra se mostró complaciente. Se atrevieron incluso a hacer peticiones a Bruselas que suponen dar la vuelta a políticas emanadas de decisiones tomadas hace años y sustentadas en distintos reglamentos una vez aprobadas por el Parlamento, por el Consejo, y por la Comisión.
En otra ocasión la ministra del ramo habría parado las peticiones con una simple intervención del secretario del ministerio recordando los compromisos europeos y los largos y costosos caminos para modificar la legislación vigente, pero en esta, cuando García Tejerina y todo su equipo están haciendo las maletas, era más fácil contemporizar que llevar la contraria.
Lo que ocurrió el pasado lunes en el ministerio de Agricultura, es decir, tratar la política agraria con tanta frivolidad por parte de quienes gestionan nuestros intereses, no debería de estar permitido ni tan siquiera en una etapa de interinidad como la actual. Porque, sin no había nada que tratar, o no se daban las circunstancias políticas para tratar los temas realmente importantes, lo razonable habría sido no convocar la reunión sectorial o no incluir en el orden del día según qué cuestiones.
Así lo debió de pensar algún consejo de Agricultura que ese día se quedó en su comunidad autónoma haciendo cosas seguramente que más interesantes, o al menos no haciendo el carnaval en Atocha, sede de Agricultura, que no es sitio. Y de vuelta a casa, ahora que no hay ministerio, es un buen momento para reflexionar sobre el acierto o desacierto de lo poco o mucho que cada comunidad autónoma lleva haciendo desde las elecciones del pasado mayo.