La Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (ASAJA) de Ávila exige a la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León que de luz verde a nuevas autorizaciones para controlar la población de lobos en la provincia abulense, ya que los ataques de cánidos al ganado no cesan y se están incrementando en las últimas semanas. El último episodio se ha producido este fin de semana en Cebreros, donde han atacado de nuevo en una explotación de ganadería brava.
La Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (ASAJA) de Ávila exige a la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León que de luz verde a nuevas autorizaciones para controlar la población de lobos en la provincia abulense, ya que los ataques de cánidos al ganado no cesan y se están incrementando en las últimas semanas. El último episodio se ha producido este fin de semana en Cebreros, donde han atacado de nuevo en una explotación de ganadería brava.
Este nuevo ataque se produjo en la madrugada del domingo, cuando los lobos atacaron a una ternera de seis días. El ganadero encontró al animal, aún agonizante, en un camino de la finca, con numerosas mordeduras. La Patrulla del Lobo ha certificado que se trata de un ataque de lobo, el segundo que sufre este año esta explotación cebrereña.
En las últimas semanas se han producido numerosos ataques a la cabaña ganadera, por lo que ASAJA de Ávila insiste en que el control de dos lobos en el primer trimestre del año es claramente insuficiente para frenar el acoso de los cánidos. Por ello, la organización agraria insiste en que la Junta debe autorizar con urgencia nuevos controles y ha recordado al consejero de Fomento y Medio Ambiente du disposición a adoptar esta medida si no se reducían los ataques al ganado.
Por último, recordamos a los ganaderos que deben dar parte de estos ataques de forma inmediata, antes de que transcurran 48 horas, incluyendo los fines de semana y festivos. La Junta de Castilla y León aconseja que los animales no se trasladen del lugar donde fueron encontrados y que se tapen con plásticos para evitar la acción de otros depredadores o carroñeros, a la espera de la llegada de los agentes medioambientales.