ASAJA ha pedido a las administraciones un mayor impulso a fórmulas que promueven la participación real de las mujeres en las explotaciones agroganaderas como es la titularidad compartida. Pese a que Castilla y León es la comunidad que encabeza las inscripciones en el registro de titularidad compartida, las cifras son todavía muy pequeñas y no reflejan la realidad de la presencia de las mujeres en el trabajo diario de numerosas explotaciones, por lo que ASAJA ha pedido a las administraciones que promuevan el sistema ofreciendo incentivos.
Mañana Valladolid acoge en la sede de la Consejería de Agricultura y Ganadería una jornada específica, organizada por el Ministerio de Agricultura con la colaboración de la Red Rural Nacional, a la que acudirán técnicos de ASAJA. Desde la aprobación en 2012 de la Ley de Titularidad Compartida (TC) y la posterior puesta en marcha del registro, en las oficinas de ASAJA se ofrece toda la información sobre el tema a los interesados, casi siempre parejas que trabajan en el sector. Hasta ahora, las medidas que la administración establece para fomentar este registro en régimen de TC son ventajas a la hora de acceder a la condición de explotación prioritaria, y trato preferente en algunas subvenciones, programas y actividades. Pero solo en unos pocos casos se termina realizando la inscripción. Aún así, Castilla y León, con 137 explotaciones de TC, encabeza el ranking nacional, seguida por Castilla-La Mancha, y ya a mucha distancia el resto de comunidades autónomas. En total en nuestro país a diciembre de 2017 solo figuraban 343 explotaciones en TC. Por provincias, la primera de la comunidad autónoma y de España es León, con 41, Palencia con 19, Burgos con 17 y Ávila con 16. Buena parte de esas inscripciones se han tramitado en las oficinas de ASAJA.
Para ASAJA, todo lo que contribuya a incorporar de forma activa a las mujeres al sector redunda en beneficio del futuro de la agricultura y ganadería y también de la vida en el medio rural. Pese a que muchas mujeres comparten tareas agrícolas y sobre todo ganaderas de las explotaciones familiares con sus parejas, esta labor ha sido muchas veces invisible a efectos legales.