Una campaña como la que hemos vivido días atrás de elecciones en el campo de Castilla y León supone, al menos para mi, algo más profundo que visitar los pueblos para pedir votos y lograr ganar.
Tras más de un mes recorriendo a diario la comunidad, teniendo reuniones con todos los sectores, hablando con nuestros socios de todo lo que les preocupa, tienes un mejor conocimiento de los problemas y del sentir de los agricultores y ganaderos en el conjunto de Castilla y León.
Y no es lo mismo ir al Bierzo, donde les preocupan los regadíos, las concentraciones parcelarias o la voracidad de los conejos, que destrozan los frutales, que ir a Soria, donde lo que más daño hace es el bajo precio del cereal, o los daños de los corzos y jabalíes, que campan a sus anchas por sus campos y son un peligro constante en las carreteras.
Si vamos a Segovia, Valladolid y Ávila, las limitaciones de los acuíferos 13 y 17 o la reclamación de poder cambiar de fincas donde usar el agua autorizada, siempre respetando la concesión de riego, son máximas prioridades. Y si te acercas a la vecina Salamanca, la cruz serán las campañas de saneamiento y el permanente contagio de la fauna salvaje al ganado. Y así, con sus especificidades, ocurre en las otras provincias, Palencia, Zamora, Burgos, y dentro de cada una de las provincias, habría que hablar de cada comarca y de cada producción. Y aún en la misma zona y cultivo, no son iguales las preocupaciones de los jóvenes que de la gente ya instalada, ni de la mayor, ni tampoco es lo mismo si es un hombre o una mujer.
No obstante, hay cosas comunes que afectan a todos. Por ejemplo, el clima y la falta de agua. También común es la apuesta del sector por las nuevas tecnologías, que demuestra su compromiso con la producción de buenos alimentos para una sociedad cada vez más exigente. Hoy los profesionales hablamos menos de las ayudas y más de cómo producir bien y a costes razonables, y sobre todo de cómo lograr que los precios compensen nuestro trabajo. También todos rechazamos el exceso de burocracia que acompaña el más mínimo movimiento que hacemos en nuestras explotaciones, o incongruencias de las administraciones, como que el año pasado se dieran ayudas para comprar cisternas con plato para esparcir purines y seis meses más tarde se prohíba el método porque si no Bruselas impone multas a España. ¿Nadie podía haberlo advertido o al menos marcar una prórroga amplia para aplicar esta normativa?
Mientras los agricultores y ganaderos hablamos de estos problemas y tratamos de hallar soluciones para sacar adelante nuestras explotaciones, lo que ocupará páginas y páginas es el debate de la futura PAC. Siempre ha sido así, en todas las reformas: muchos documentos de debate, propuestas y buenos deseos, pero al final, lo que importa es que el señor Rajoy y los líderes europeos aseguren el presupuesto que habrá a partir de 2020. De las normas con seguridad no sabremos nada hasta mucho después, especulemos lo que especulemos.
Parece más útil ir cambiando lo que está de nuestra mano, como el Plan de Desarrollo Rural. Está muy bien que exijamos, y ASAJA la primera, prioridades para los agricultores activos, profesionales y ATP en el reparto de las ayudas PAC. Lo que no es coherente es que no se apliquen las mismas prioridades al conceder las ayudas del PDR.
Con todo esto emprendemos una nueva etapa tras las elecciones agrarias, agradecidos por el apoyo que refuerza a ASAJA como primera OPA de Castilla y León, y convencidos de que lo que quieren los agricultores y ganaderos son soluciones. Y para eso hay que pelear cada uno de los temas que preocupan al sector. Ahí seguiremos, sin bajar la guardia.