Es tiempo de impulsar al sector lácteo, por Donaciano Dujo*

En estos momentos claves, en los que el sector lácteo está a punto de tomar un nuevo rumbo, es más importante que nunca que administraciones, industria, distribución y por supuesto ganaderos trabajen de forma coordinada

 
Hace 25 años yo tenía 21 y unos cuantos me animaron a ser el presidente de la sectorial de vacuno de leche de ASAJA-Palencia. Por entonces mi explotación era, como tantas otras, agrícola y ganadera, concretamente de vacuno de leche, y como buen ganadero, y más si es joven, me sobraban las ganas de pelear y reivindicar. Para algunos 25 años serán poco tiempo y para otros, toda una vida. Lo cierto es que la manera de trabajar de entonces poco tiene que ver con la de ahora. Eran años en los que las explotaciones eran todavía pequeñas, y predominaba el trabajo manual. Desde el ordeño, pasando por las viejas cántaras o el pienso, que se molía en las propias granjas con el molino a tractor, y las pacas pequeñas de alfalfa y paja que se almacenaban en pequeñas naves o todavía en pajares tradicionales.
 
No olvidemos que en aquellos tiempos también era habitual la compra y venta de los animales en las ferias de la cabecera de comarca, o incluso en  la capital de la provincia. Yo me acercaba con frecuencia a Saldaña, de manera más puntual a León, y algunas veces incluso a Torrelavega. No hay que olvidar que los tratantes también solían recorrer las cuadras, comprando o los novillos que se cebaban en la propia explotación, o las vacas viejas.
 
La mejora genética se hacía a base de inseminación artificial, servicio que solía prestarse desde las diputaciones. Y por supuesto, el mayor ingreso provenía de la venta de la leche. Las producciones por vaca y lactancia no tenían nada que ver con los 12, 14 o 16.000 kilos que hoy registran en las explotaciones punteras. Una vaca que daba 5.000 litros por lactancia y año se la consideraba ya buena. Ahora sí, casi había tantas industrias lácteas como explotaciones, y no era raro ver en pueblos con cuatro o cinco ganaderías que entraban cuatro o cinco camiones de recogida. En esos años iban desapareciendo las famosas cántaras de toda la vida, dejando paso a los camiones cisterna y a los primeros tanques para refrigerar leche. Unos tanques, por cierto, totalmente en desuso en la actualidad, y que algunos aficionados aprovechan ahora para transformar el mosto en vino propio.
 
De aquellos momentos a ahora, muchas adversidades han tenido que pasar los ganaderos de vacuno de leche. Y desde luego si el sector ha sobrevivido ha sido por el trabajo duro, la eficacia y la apuesta por la innovación de muchas explotaciones ganaderas. En Castilla y León hemos pasado de una cuota media de 50-60.000 kilos a acercarnos en estos momentos a los 400.000. En el plano administrativo, la entrada en la UE y la regulación de la PAC nos trajo las famosas cuotas. Cuotas que han dado seguridad y estabilidad al sector, pero también muchos dolores de cabeza, porque nunca se establecieron siguiendo criterios objetivos, de estructura ganadera y de abastecimiento de la población. Por el contrario, el sistema ha servido para limitar la capacidad productiva del sector y también en bastantes ocasiones para que el gobierno de turno intentara comprar votos en tiempos electorales a cambio de repartir cuota de la reserva nacional beneficiando a determinadas comunidades autónomas.
 
Ha habido no pocos problemas derivados de esa cuota de producción fijada para España en 6.300.000 millones de toneladas, y los cerca de 9 millones que consume nuestro país. Ha habido campañas en las que sobrepasábamos la cuota y nos daban “para el pelo”. Y no sé si decir que todavía han sido más tristes las veces que no hemos cubierto la cuota, porque el precio de la leche era tan bajo que no se cubrían si quiera los costes de producción, y el ganadero, como buen empresario, en esas situaciones trata de ahorrar costes y de mermar la producción, para perder lo menos posible y salvar la explotación familiar. Y por si todo esto fuera poco, hemos tenido que aguantar la pinza ejercida entre la industria láctea y la distribución para tratar de pagar lo menos posible a nuestros ganaderos, aunque tuviesen que comprar a los franceses sus sobrantes para cubrir las necesidades del consumo español. Así, no es raro que con estas prácticas y otras más abusivas hayan ido desapareciendo los ganaderos con menor nivel de competitividad o, lisa y llanamente, los que han llegado a su edad de jubilación.
 
Después de tanto tiempo comprando cuota, incluso pidiendo préstamos, para poder producir tranquilos, apenas falta un año para que este sistema desaparezca. Y resulta paradójico que en estos momentos existan temores fundados de que  cuando concluya la última campaña los ganaderos tengan que asumir una importantísima multa por la “supertasa”, porque las entregas están aumentando en estos meses. En estos momentos claves, en los que el sector lácteo está a punto de tomar un nuevo rumbo, es más importante que nunca que administraciones, industria, distribución y por supuesto ganaderos trabajen de forma coordinada, teniendo claro que el gran competidor del sector lácteo español es Francia, que siempre ha soñado con hacerse con el mercado de nuestro país, a base de leche en polvo comprimida. Un envite que debemos y podemos superar a base de profesionalidad y calidad, que bien la tenemos, como prueba que la leche Tierra de Sabor, cien por cien de Castilla y León, haya sido valorada hace unos días como la mejor de España.
 
 
* Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León