Por José Antonio Turrado. Secretario General de ASAJA de Castilla y León.
En estos mercados globalizados, cuando hay una bajada de productos primarios se produce en su conjunto, por lo que los buenos precios del petróleo han traído a la vez el hundimiento de nuestros cereales.
Las bajas cotizaciones internacionales del petróleo, y consecuencia de ello la caída en el precio del gasóleo hasta situarlo en niveles de hace varios años, ha sido una noticia muy positiva para el sector agrícola y ganadero de Castilla y León, pues el carburante con el que arrancan nuestros tractores, en una agricultura continental de cultivos extensivos donde hay que dar vueltas y vueltas con los aperos para dejar un buen lecho de siembra, es un coste de los más importantes. Lástima que esta tendencia no se haya producido en el mercado de la electricidad, o que no haya sido tan acentuada en el gas natural y por lo tanto siga siendo pretexto de los fabricantes nacionales e internacionales para no bajar el precio de los nitrogenados y otros abonos. La bajada de los costes de producción es lo que necesitaba nuestra agricultura y por lo tanto es una de las medidas que de forma reiterada venimos demandando desde ASAJA. Unos precios, los de los medios de producción, donde también tienen mucho que ver los impuestos, y donde influyen, y de qué manera, las facilidades que todos los gobiernos suelen dar a las grandes compañías multinacionales dejándolas operar en un régimen de oligopolio.
Siendo pues una campaña que debiera de caracterizarse cuando menos por una contención de los gastos, pues hay razones y márgenes para negociar con la mayoría de los proveedores, nos vamos a encontrar con un efecto diluido al provocar, estos mercados bajistas de materias primas en el ámbito mundial, una bajada también de los principales cultivos, en particular los cereales. En estos mercados globalizados, cuando hay una bajada de productos primarios se produce en su conjunto, por lo que los buenos precios del petróleo, buenos para nosotros, han traído el hundimiento de nuestros cereales. Es el riesgo de producir eso que en economía se denomina “commodities”, unos productos primarios donde se mezcla trigo con petróleo, con lingotes de oro, o con bonos a 30 años. Los mercados sabrán las razones que hay para que se desplomen los cereales, valga o no valga el petróleo, y esté caro o barato el dinero, y que nadie intente explicárnoslo porque seguro que se equivocará, y en todo caso, no seremos capaces de entenderlo. Porque justificarlo con el menor coste de los fletes no parece razón suficiente.
Así las cosas, estamos ante una campaña que se presenta con márgenes muy ajustados en la mayoría de nuestros sectores agroganaderos: cereales y maíz, leche, porcino… Ciertamente los costes pueden ser menores, incluso en la alimentación del ganado, pero lo que nosotros vendemos, siguiendo una coyuntura mundial, estará por los suelos, y así es difícil mantener o mejorar el nivel de renta. Todo apunta que estamos ante una campaña de las de apretarse el cinturón, todavía más, y como dice el refrán, qué poco dura la alegría en casa de los pobres.