Por Joaquín Antonio Pino. Presidente de ASAJA de Ávila
Son la mitad de la población de nuestros pueblos, están presentes en la actividad de nuestras explotaciones agrarias y conocen la actividad agrícola y ganadera de sus casas. Pero las cifras hablan por sí solas: tan solo el 2 por ciento de las mujeres que viven en el medio rural se han incorporado al sector agrario.
Esta escasísima presencia femenina en el sector agrario tiene sus razones. La burocracia, los problemas que origina la titularidad compartida o la falta de apoyo institucional para que la mujer de un paso al frente y se incorpore al campo son algunas de ellas.
En nuestra provincia, tenemos casos ejemplares de mujeres agricultoras o ganaderas, que han sabido sacar a flote su explotación a base de dedicación y esfuerzo, superando barreras y dificultades que, muchas veces, llegan justo desde donde debería proceder el mayor respaldo: la Administración.
Por todo ello, nos parece una buena iniciativa la puesta en marcha por parte de la Consejería de Agricultura y Ganadería de un grupo de trabajo para fomentar la incorporación de la mujer a los sectores agrario y agroalimentario.
Para que realmente sea un trabajo provechoso, necesitamos que se escuche a la mujer rural. Sus demandas deben ser atendidas, su perspectiva valorada ya que son ellas las que están a pie de campo. Pero también se requiere un compromiso económico, una línea de ayudas dotada suficientemente y ajustada a la realidad, para poder llevar a cabo cada uno de los proyectos de forma efectiva. Y desenmarañar la burocracia, que mucho entretiene y poco aporta.