Por José Antonio Turrado. Secretario General de ASAJA Castilla y León
En la España de los cinco millones de parados y de los salarios precarios, tenernos a los jóvenes del campo a medio gas (o quizás gaseados). Las bondades que iba a traer el Programa de Desarrollo Rural de la nueva PAC, para los jóvenes que desean incorporarse al sector, se han convertido en todo un fiasco.
Las bondades que iba a traer el Programa de Desarrollo Rural de la nueva PAC, para los jóvenes que desean incorporarse al sector, se han convertido en todo un fiasco. La culpa no es de Europa, es de la Junta de Castilla y León que ha diseñado mal la línea de ayuda y crea situaciones perniciosas, y es también de la Junta, que publica la convocatoria con un año de retraso y va a tardar otro año y medio en resolver los expedientes. Llegará aproximadamente la mitad del dinero prometido –unos 35.000 euros por joven incorporado frente a los 70.000 prometidos–, llegará tan tarde que habrá acabado con la ilusión de los solicitantes, y en muchos casos no habrá merecido la pena. Porque, si estos expedientes se aprueban antes de fin de año –no está garantizado–, después habrá que certificar la inversión presentando otra tonelada de papeles, y una vez firmada la conformidad por la autoridad competente, esperar un tiempo indefinido a que haya tesorería y voluntad política para pagar. Se mire por donde se mire, todo un fiasco.
No para en esto el daño que está haciendo la administración a los futuros jóvenes agricultores y ganaderos de Castilla y León, y me explico. Con la nueva PAC, donde un joven que se incorpora tiene la posibilidad de solicitar derechos de la reserva nacional por las tierras elegibles que declare, derechos que serán de la media de su región productiva, y que tiene derecho a que se le incremente un 25 por ciento el valor de esos derechos, se me antoja que más importante que la ayuda de la incorporación, es la ayuda de la PAC. La PAC es lo único que llega con un presupuesto garantizado y, salvo algunos retrasos no siempre justificados, más o menos se sabe cuándo y cuánto se cobra. Pues bien, estos jóvenes a los que la Junta les tiene trincados los expedientes de incorporación, al no tener la ayuda aprobada, no tienen la opción de solicitar los derechos de la reserva nacional, ni el incremento del 25 por ciento del valor de los derechos, por lo tanto, en el año 2016 tampoco van a tener las ayudas de la PAC. La consejería de Agricultura acaba de sentenciarlos a un año sabático, a un año en blanco, a un año mirando para el sol a la espera de que la Junta se ponga a trabajar en resolver unos expedientes para cobrar unas ayudas a las que legítimamente tiene derecho por ser ciudadanos de la Unión Europea. Unas ayudas que sí cobrarán agricultores de otros países, incluso agricultores de otros territorios de España, lo que crea una competencia desleal que resulta insalvable en mercados tan globalizados.
En la España de los cinco millones de parados y de los salarios precarios, tenernos a los jóvenes del campo a medio gas (o quizás gaseados), porque al parecer no hay funcionarios para resolver sus expedientes, o quizás porque no hay autoridades que los pongan a funcionar. Y en este contexto, toca ir a votar para elegir el Gobierno de la nación, y le extrañará que estos jóvenes tengan desafección de la clase política. Lo raro es que tengan tanta paciencia.