Por José Antonio Turrado. Secretario General de ASAJA Castilla y León
En cualquier escuela de negocios una de las primeras reglas que enseñan es la de producir lo que el mercado demanda. Claro que en las escuelas de negocios de agricultura se habla poco, en parte porque saben que en este sector dos y dos no siempre son cuatro. Saco esto a cuento porque la consejera de Agricultura, en una de esas visitas a provincias, soltó el mensaje de que los agricultores teníamos que “producir para el mercado”. Su declaración ocupó importantes titulares, y es posible que fuera precisamente eso lo que iba buscando el equipo asesor que le preparó el discurso. Y si esto es así de fácil, ¿cómo es que no se le había ocurrido decir con tanta contundencia a ningún predecesor ni poner medidas para llevarlo a cabo? Pues simplemente no se había ocurrido antes porque a quienes tienen experiencia en política agraria les ocurre lo mismo que a los viejos profesores de las escuelas de negocios: dudan de las cosas fáciles cuando de las cuestiones del campo se trata. Para empezar, la oferta y la demanda en el campo cambian de una campaña para otra, incluso a media campaña, lo que dificulta el anticiparse a los acontecimientos. Un agricultor no sabe de todo, sus fincas no producen de todo, ni tiene maquinaria y medios para producir de todo. Hemos visto sectores en crisis con una remontada espectacular de precios, y por el contrario sectores que deberían de ir bien y de la noche a la mañana, si saber muy bien por qué, entran en pérdidas. Quienes sacan al mercado productos innovadores no están produciendo para el mercado, se están anticipando al mercado creando una demanda antes inexistente. Y por último, el mercado tiene sus propias reglas,
pero en no pocas ocasiones los políticos las alteran a su antojo a base de normas y presupuesto público.
Creo que las declaraciones de la consejera de Agricultura pidiendo producir para el mercado no surgieron del convencimiento personal, porque no están acompañadas de medidas coherentes de política agraria, más bien al contrario. Si hubiera un mínimo de coherencia, habría que apoyar a sectores que están exportando y demandando más producción, como el sector porcino; habría que apoyar al sector de los cereales, del que necesitamos importar cada año otro tanto de lo que producimos; apoyar al sector de los forrajes también deficitario; o al cultivo del maíz,
del que somos también una potencia importadora. En definitiva, la consejería ha declarado a unas producciones prioritarias y a otras no, por cuestiones políticas, y no por cuestiones y criterios relacionados con la oferta y la demanda, es decir, con el mercado. Y es que la política del mercado no da votos, y a veces es muy impopular, tan impopular que no suele figurar en los programas de los partidos políticos. Porque claro, si se sostiene la declaración de que hay que producir para el mercado, automáticamente hay que defender que no hay que producir lo que el mercado no demanda, lo que en estos momentos supondría, por ejemplo, retirar apoyos al sector lácteo para, consecuencia de ello, disminuir la oferta. Es difícil y arriesgado dar consejos en esto de la agricultura. Si el consejo que queremos dar es algo que parece obvio y que no se viene haciendo, como lo de producir para el mercado, hay que sospechar que puede ser más complejo de lo que a simple vista parece.