Se acerca usted al medio año de gobierno, y su propio balance tendrá hecho en este periodo. Para nosotros, los agricultores y ganaderos de Castilla y León, es bastante negativo.
Se acerca usted al medio año de gobierno, y su propio balance tendrá hecho en este periodo. Para nosotros, los agricultores y ganaderos de Castilla y León, es bastante negativo. Si revisamos su pasado reciente en cuanto a política se refiere, a mi entender se ha caracterizado por asumir usted retos en los que todos le daban como perdedor, y sin embargo de todos ha salido con la rosa en la solapa y el puño en alto festejando.
Ésta es su comunidad natal, aunque no ha sido usted un político destacado dentro de la región, si es caso, en su provincia, León. Pero, verdaderamente, cuando se dio a conocer el nombre de Zapatero fue en el último congreso del PSOE. Había dos candidatos para dirigir el partido de la oposición y preparar el próximo presidente del Gobierno, el señor Bono, barón socialista que hace política de derechas como presidente de Castilla-La Mancha, y el otro, un chaval de provincias, sin ninguna experiencia política y aparentemente sin ningún apoyo. Y digo aparentemente porque ese chaval de provincias llamado Zapatero fue el que ganó.
El tiempo transcurre y el chaval llamado Zapatero se va convirtiendo en ZP. Impone su manera de hacer política, en la cual huye de la confrontación, la pelea y las descalificaciones, y asume –casi se atribuye en exclusiva– el papel del diálogo, el consenso y la negociación. Con esta forma de actuar y hablar en la cual la mayoría de las veces ni se dice ni se hace nada, pero con la que se encuentran identificados muchos sectores de la sociedad española, y si a eso le sumamos la prepotencia explícita manifestada en muchos casos por el anterior gobierno del Partido Popular, ZP fue reforzando su alternativa.
Desgraciadamente y rotundamente condenando por los ciudadanos de este país, el 11-M se produce el mayor atentado de la historia española. Irrumpió en las elecciones generales del 14 de marzo, y con este cúmulo de situaciones consigue ZP ser el candidato más votado, adquiriendo por tanto la responsabilidad de hacer Gobierno.
Desde entonces a hoy, poco o nada ha concretado de sus promesas electorales, sigue incidiendo en una política de guante blanco para que sean sus ministros, los que una vez y otra se equivoquen, o se desmientan unos las acciones de otras. Ejemplo de ello tuvimos en el más que breve, mínimo encuentro, que tuvo con las organizaciones agrarias en León. Vini, vidi y vinci, o lo que es lo mismo, apenas cinco minutos de buenas palabras que aparecieron cientos de veces fotografiados al día siguiente en los periódicos. Tuvo que ser Elena Espinosa, una ministra a la que parece que persigue un gafe desde su toma de posesión, la que sorteara las críticas del sector. Pero eso no lo captaron las cámaras.
Pero nuestro sector, el agroganadero, no se puede parar; es dinámico, productivo y profesional, y por lo tanto necesita de un camino claro y recto que conecte Europa con el rincón más escondido de esta comunidad. Si los políticos no trazan este camino la incertidumbre, las dudas y el pesimismo bloquean a los profesionales, y aquellos que deberían iniciar la actividad buscan otra con más visión de futuro.
Tenemos entre manos, entre cientos de cuestiones, tres urgentes que dependen del “talante” de Zapatero. La determinación de sistema de aplicación de la PAC en nuestro país –desde ASAJA hemos pedido insistentemente el desacoplamiento total de las ayudas–, la compensación del desmesurado coste del gasóleo y la defensa del sector remolachero en la inminente reforma de la Organización Común del Mercado que lo regula. Uno debe ser muy celtíbero, pero no acierta a averiguar cómo es posible hacer una tortilla sin romper los huevos, es decir, cómo España puede lograr acuerdos beneficiosos para sus intereses sin que se resientan los de otros países con pretensiones totalmente opuestas, como Alemania o Francia. Puede, y así lo deseo como agricultor y como presidente de ASAJA de Castilla y León, que el señor Zapatero, con su forma de salir victorioso de situaciones complicadas, lo consiga.