El éxito en la exportación es fundamental para que exista una demanda fuerte y estable de lo que producimos los agricultores y ganaderos. Por eso tenemos que pedir a nuestros empresarios y a nuestras cooperativas que salgan a vender al exterior.
José Antonio Turrado. Secretario Gral. ASAJA Castilla y León
Coincidiendo con la feria agroganadera de Salamanca, el banco España Duero hizo público el estudio sobre el sector agrario de Castilla y León elaborado por su gabinete de estudios económicos. Aprovecho para felicitar a la entidad y a sus autores por un trabajo riguroso y claro, que refleja la realidad agroalimentaria de nuestra comunidad autónoma, y que no es extemporáneo, como suele pasar con estas cosas. A él me agarro para poner de relieve la importancia del sector agroalimentario de Castilla y León, y sobre todo, la capacidad de ocupar mercados exteriores. En el año 2015, la agroindustria de Castilla y León vendió en el exterior alimentos por importe de 1.687 millones de euros, lo duplica el volumen de diez años atrás cuando esa cifra eran unos modestos 817 millones. A la vez, resulta alentador que nuestro saldo neto sea positivo a favor de la exportación, pues las importaciones se quedaron en 982 millones de euros. La carne es el producto más vendido en el exterior, con casi un tercio de todo el volumen económico, destacando la carne de porcino y en menor medida la de vacuno. Los productos lácteos, en particular nuestros quesos, son los que también han crecido en la exportación, pero muy por debajo del potencial de nuestra industria, a la que apuntala una muy eficiente cabaña ganadera. El valor del vino exportado fue de 150 millones de euros, consolidándose la tendencia nacional de menos ventas pero a mayor precio. Respecto a las importaciones, destacan las frutas y legumbres, estas últimas por tener en Castilla y León una potente industria envasadora que se aprovisiona mayoritariamente de mercancía importada que vende después en toda España. También importamos carne, lo que pone de manifiesto la permeabilidad de las fronteras en ambas direcciones, e importamos azúcar, que supongo es azúcar de caña que refinan aquí nuestras fábricas y que ocupa el hueco que deja la que no producimos con remolacha.
Si todos los mercados son exigentes a la hora de exportar, Europa lo es en particular, por lo alto que ponemos el listón los consumidores, y es aquí donde va el 76 por ciento de lo que sacamos fuera. China es el presente y el futuro si se piensa en volumen, y Estados Unidos es un mercado al que no se puede renunciar en mercancías tales como los vinos; por eso, cuando nos oponemos al tratado de libre comercio que negocia con la Unión Europea, tenemos que saber que si las negociaciones fracasan también tenemos algo que perder.
El éxito en la exportación es fundamental para que exista una demanda fuerte y estable de lo que producimos los agricultores y ganaderos. Las noticias en materia de mercados exteriores ya no son ajenas a los intereses del sector productor que nosotros representamos. Por eso tenemos que pedir a nuestros empresarios y a nuestras cooperativas que salgan a vender al exterior, y que sepan que tendrán una fuerte competencia contra la que tendrán que luchar ganando tamaño –en algunos casos por la vía de las fusiones empresariales–, ofreciendo productos de calidad a precios competitivos, y adelantándose a los cambios.