¿Qué podemos esperar del ministerio en esta nueva etapa? Lo más positivo, pienso, es que no va necesitar ningún rodaje, y tiene que pasar sin pausa de ser ministra ‘en funciones’ a funcionar. Puede desde el minuto uno sacar adelante proyectos pendientes, o directamente estancados.
Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León
Costaba un poco encontrar estos días, entre los muchos comentarios de periodistas y tertulianos sobre el nuevo gobierno, unas palabras dedicadas a Isabel García Tejerina. Excepto en Castilla y León, tierra de donde procede, para buena parte de la sociedad quien sea el titular de Agricultura, o incluso el departamento en su totalidad, poco importa. Y eso que la vallisoletana lleva una larga trayectoria en el ministerio, los últimos de ellos como titular. Pocos detalles del caserón de Atocha, pocos pasillos de Bruselas, le quedarán a García Tejerina por recorrer. Este desinterés cuando no ignorancia de la mayor parte de la sociedad a cuanto se decide en el ministerio es paralelo al alejamiento del medio rural y del campo. El brillo recae sobre la alimentación, ese sector que exporta, ese sector que organiza ferias que a los políticos tanto gusta inaugurar, a veces olvidando que detrás de cada producto exportado está el trabajo del agricultor y ganadero.
García Tejerina, con un perfil más técnico que político, cumple bien los requisitos que pedía Mariano Rajoy a este renovado gobierno: gente dialogante, que dé continuidad y los menos sobresaltos posibles en una legislatura en la que los sobresaltos van están asegurados por un parlamento muy fraccionado.
¿Qué podemos esperar del ministerio en esta nueva etapa? Lo más positivo, pienso, es que no va necesitar ningún rodaje, y tiene que pasar sin pausa de ser ministra 'en funciones' a funcionar de verdad. A partir de ahora podrá sacar adelante proyectos pendientes, o directamente estancados. Ahí está el acuerdo por la competitividad del sector lácteo, en el congelador desde hace un año, por desgracia para los ganaderos. O el desarrollo de la Ley de la Cadena Alimentaria, clave para controlar los precios. Tampoco necesitará presentaciones para negociar con Hogan y con el resto de ministros agrarios de la UE los ajustes que ya se fraguan en torno a la PAC, para diseñar herramientas que equilibren mercados y precios; para vigilar que las contrapartidas medioambientales que se exijan sean sensatas y no caprichos de burócratas; para facilitar la transición del sector de la remolacha a un nuevo marco sin cuotas, o para profundizar más en la defensa del profesional de la agricultura y la ganadería en la percepción de ayudas PAC, pese a las resistencias de Bruselas en este sentido. Si encima logra que por fin suba el presupuesto del Ministerio, tras años de recortes y problemas para fomentar infraestructuras como regadíos, cofinanciar ayudas de desarrollo rural y potenciar el seguro agrario, ya sería para nota.
Nada nuevo seguramente, porque los problemas del sector están claramente descritos y son bien conocidos. Isabel García Tejerina tiene la vocación, la experiencia, el conocimiento y desde hace pocos días el respaldo político para consolidar iniciativas que en los últimos años se han esbozado, pero no rematado. El primer eslabón de la cadena alimentaria, los agricultores y ganaderos, necesita de un ministerio que defina un marco favorable para que los empresarios del sector puedan consolidar sus explotaciones y afrontar el futuro con confianza.
* Artículo publicado el 7 de noviembre en el suplemento Mundo Agrario de El Mundo de Castilla y León