Me río, por no llorar, de aquello de que la reforma iba a simplificar la PAC: por el contrario, nos encontramos con unas reglas más complejas y exigentes que antes. Y lo de los pastos ha puesto la puntilla.
Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León
Desde el 1 de marzo y hasta el 14 de mayo, porque digo yo que si no acaban antes con nosotros el día 15 celebraremos San Isidro, y ojalá que con buenas perspectivas de cosecha, tenemos abierto el plazo de la PAC. Después de muchos meses oyendo hablar sobre la reforma 2014-2020, ahora llega el momento de la verdad, y toca rellenar la solicitud.
Lo primero que quiero es agradecer y reconocer la profesionalidad y empeño que todos nuestros técnicos de ASAJA ponen para tramitarnos a los agricultores y ganaderos con la mayor eficacia y exactitud nuestras solicitudes, y por supuesto también les agradezco la paciencia con que responden a las innumerables preguntas y dudas que nuestros socios les plantean. Muchas veces es a los técnicos a los que les toca "aguantar el chaparrón", porque aunque nada tienen que ver con ello se les hace culpables de situaciones totalmente injustas que esta nueva normativa contiene, a pesar de que desde ASAJA habíamos advertido por activa y por pasiva que la nueva PAC contenía aspectos muy perjudiciales para los agricultores y ganaderos profesionales.
Lo primero que tengo que decir es que me río yo de los plazos, cuando en estos momentos son muy pocas las Comunidades Autónomas en las que se puede solicitar la PAC, únicamente aquellas que tienen programa propio (por fortuna, en nuestra región así es). Lo segundo, también me río, por no llorar, de aquello de que la reforma iba a simplificar la PAC: por el contrario, nos encontramos con unas reglas más complejas y exigentes que antes. Lo tercero, pese a todas las charlas, papeles y discursos, comprobamos que siguen sin respuesta las dos preguntas que nos están volviendo locos a los agricultores: qué hectáreas puedo declarar y si son admisibles, y sobre todo, qué dinero voy a cobrar.
Desgraciadamente en ese punto seguimos, y todo indica que no será hasta que nos llegue el aviso del cobro del anticipo cuando nos aclaremos del todo. Nuestro derecho base se ha dividido como mínimo en tres: pago base, pago verde y pagos acoplados, además del pago por joven agricultor. Estamos advertidos de que va a depender lo que cobremos de aquella superficie que solicitamos en 2013, de lo que vamos a solicitar en 2015, y del importe total que percibimos en la PAC de 2014. Luego está el cambio de comarcas, cuyo número se ha reducido para aplicar una convergencia de las ayudas entre todos los perceptores: los que tengan derechos muy altos y no correspondan a sus cultivos actuales, podrán perder un poco, y aquellos que tengan derechos bajos, podrán ganar ese poco que pierden los que estaban más arriba.
Con esta “menestra”, es imposible que a pesar de ser los más eficaces, águilas y experimentados, nuestros técnicos no puedan contestar a nuestra pregunta “¿y cuánto voy a cobrar?”. Bien es cierto que aun así podemos estar tranquilos, porque sabemos que en ASAJA nuestra PAC está en buenas manos, cosa que no pueden decir los que dejan que se la tramiten entidades financieras que poco saben del tema. "Zapatero, a tus zapatos", y más en un tema tan importante, del que dependen las ayudas de este año pero también las que presentemos hasta 2020, así como que se consoliden nuestros derechos para el futuro.
Si todas estas circunstancias más o menos las teníamos previstas, sin duda la puntilla nos ha llegado, ya con el plazo abierto de la PAC, con el tema del coeficiente de admisibilidad de pastos. En los últimos días el ministerio de Agricultura nos está diciendo que una hectárea de pastos no es una hectárea, que es la mitad, o la tercera parte; incluso nos dicen que en algunas provincias tendrán que presentar sus solicitudes sin siquiera saber que pastos se les reconocen. Los burócratas de la UE han impuesto a nuestros representantes políticos que aquellos terrenos dedicados a pastos que tengan arbolados o que tengan un poco de pendiente no merecen la consideración de pastos que históricamente han recibido, por cierto mucho antes de que existiera la Unión Europea, con todos sus funcionarios dentro. ¿Quién dice que debajo de las encinas de nuestra dehesa no hay un buen pasto para aprovechamiento de nuestras vacas, que encima encuentran buen acomodo a la sombra de los árboles que Bruselas desprecia? ¿Quién dice que en la periferia de toda la comunidad no existe en las faldas de las montañas unos buenos pastos húmedos y regados por manantiales, con una excelente hierba que alimenta al ganado, al que poco preocupa que haya un poco de inclinación en el terreno? Nunca más lejos de la realidad del sector esta injusta decisión europea, fruto de su desconocimiento del terreno, y lamentable también que nuestros país no haya sabido explicar en Bruselas las especificidades de nuestra ganadería.
Toda la vida los que somos de pueblos de secarral hemos mirado con envidia a aquellos otros que tenían esos pastos que ahora, por obra y gracia de la UE, no sirven para nada. ¡Que se lo pregunten las vacas de montaña, o a los cerdos de bellota, si sirven! Desde ASAJA seguiremos luchando para que no se pierdan estos derechos ganaderos, aunque sabemos que estos políticos son duros de mollera.