Ante la difícil situación que viven los productores españoles de miel, las únicas medidas que la Administración parece dispuesta a adoptar son determinadas ayudas, dentro del marco general de las que pueda haber por la sequía, y algunas medidas de menor cuantía que de ninguna manera son una respuesta a la crisis que afrontan los apicultores.
La crisis de precios de mercado que afecta al sector productor se debe básicamente a las importaciones a bajo precio procedentes de países como China, Argentina y Uruguay. Las importaciones de China, primer productor mundial, se han reanudado recientemente tras levantarse el embargo al que estuvieron sometidas por problemas de residuos de antibióticos. En el mercado español hay mieles de importación en el entorno de 1 €/kg, cuando el coste de producción en España supera con creces de esa cifra.
Por otro lado, la cabaña española de abejas está sufriendo un grave problema de desabejamiento o síndrome de despoblamiento de las colmenas, fenómeno cuya incidencia es cada vez mayor y cuya causa es, hoy por hoy, desconocida. A esto debemos sumar los efectos que la sequía está provocando en esta producción ganadera. Ya durante el pasado otoño las abejas tuvieron que ser alimentadas artificialmente y en esta primavera la gran escasez de flores, en la mayor parte de las zonas avícolas, va a repercutir en una menor producción que, en cualquier caso será más difícil y costosa.
Por si esto no fuera suficiente, el futuro de las medidas agroambientales, imprescindibles para el mantenimiento del sector, está en el aire y depende de las negociaciones sobre perspectivas financieras, las ayudas de desarrollo rural y la voluntad política de las administraciones central y autonómicas.
En este contexto, el sector ha solicitado al MAPA ayudas directas para salir de esta crisis, que es la peor de su historia, así como las medidas necesarias para corregir los problemas estructurales que padece; control de las importaciones, lucha contra el fraude y los apoyos financieros suficientes para combatir los problemas sanitarios que afectan a la cabaña apícola. Asimismo, el sector reclama una política de etiquetado del origen de las mieles y productos apícolas, así como una campaña de promoción y diferenciación de las mieles nacionales de calidad.
Hay que recordar que el pasado mes de marzo ASAJA se realizó una manifestación en Madrid en defensa de estas reivindicaciones, sin que se haya adoptado por parte del MAPA medida alguna que contribuya a paliar esta crisis. Las únicas medidas que la administración parece dispuesta a adoptar son unas ayudas, en el marco general de las que pueda haber por la sequía, y algunas medidas de menor cuantía y de apoyo a la investigación a largo plazo, que de ninguna manera son una respuesta a la altura a la crisis que afrontan los apicultores.
Ante este insuficiente apoyo oficial, el sector apícola de ASAJA insta al MAPA a que considere de forma particular la situación del sector apícola dentro de las medidas para paliar los efectos de la sequía y se adopten medidas específicas como considerar a la apicultura un caso de incidencia especialmente grave e efectos de subvencionar parcialmente amortizaciones del principal de los créditos ICO; excluir a la apicultura del compromiso de suscribir el seguro en la próxima campaña para tener acceso a dichos préstamos y una exención de cuotas de la seguridad social para los productores de miel.
En Castilla y León, son 315 los apicultores profesionales que reciben la prima a la polinización (datos 2003): 219 de Salamanca, 23 de Burgos, 22 de Zamora, 19 de León, 12 de Soria, 10 de Segovia, 4 de Ávila, 5 de Palencia y 1 de Valladolid. En cuanto a la producción, en el año 2004 se registraron 5.018 toneladas de miel (la mayoría de colmenas movilistas) y 161 toneladas de cera. El número de colmenas inscritas en la región es 368.242 movilistas y 23.094 fijistas.