José Antonio Turrado. Secretario general de ASAJA Castilla y León
Bajo presidencia española de la Unión Europea se ha aprobado el inicio del proceso para que Ucrania pase a ser el país número 28 de la Unión, consideración que también se ha tenido con Moldavia. Si esto hubiera ocurrido en circunstancias normales, en tiempo de paz, estaríamos hablando de un proceso exigente y largo en el tiempo, lo suficiente como para que tanto quienes se incorporan como quienes reciben se adaptasen a la nueva situación, con el objetivo de que fuera lo menos traumática posible. Si hubiera ocurrido en tiempos de paz, no se respiraría tanta unanimidad en el acuerdo, y los agricultores seríamos los primeros en levantar la voz de alarma en defensa de nuestros legítimos intereses.
Las circunstancias son las que son, y después de todo el dinero que la Unión Europea y otra buena parte del mundo han puesto en Ucrania para ayudarle a defenderse del enemigo y ganar la guerra, y del que todavía faltará por poner, lo de la entrada en la UE puede parecer un asunto menor, o al menos pienso que así le va a parecer a la ciudadanía. Pero Ucrania es sobre todo un gran país desde el punto de vista de la agricultura, quizás el más importante en lo que consideramos el viejo mundo, por eso hay que entender que a los agricultores y ganaderos nos hayan saltado todas las alarmas al ver que peligran nuestra rentas ante una posible caída de los precios y un recorte de unas ayudas públicas que habrá que repartir entre más. Y decimos esto con conocimiento de causa, pues la caída de los precios ya la estamos viendo en cereales y oleaginosas, donde el mercado con Ucrania está exento de barreras arancelarias, y lo decimos con conocimiento de causa también porque sabemos que allí, a pesar de producir mucho, tienen grandísimas deficiencias en infraestructuras, algunas destruidas por la guerra, que habrá que instaurar con dinero de la PAC.
En buena lógica habría que esperar alguna contrapartida a favor nuestro, pero desde el punto de vista agrario me cuesta verla, pues no tengo mucha esperanza de que sus materias primas contribuyan a que paguemos menos por la energía o por los abonos, o por el acero que se emplea en nuestra maquinaria. Tampoco es un país muy poblado, ni su población tiene poder adquisitivo, por eso no va a ser un gran consumidor de nuestra carne, ni de nuestro vino, ni de nuestra aceite, ni de nuestras frutas y hortalizas. Creo que lo que necesitan de nosotros sólo es dinero, pero no precisamente del que puedan prestar nuestros bancos, sino del de fondo perdido, del que nadie devuelve.
Así las cosas, cuando dentro de unos meses se empiece a hablar de la próxima PAC, inevitablemente el factor determinante será la incorporación de Ucrania, porque eso nos va a afectar a los mercados, a la normativa, y al presupuesto. Y seguro que a nuestra renta, para mal. En el campo sufriremos los efectos colaterales del sátrapa Putin.