Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León
Pocas veces hemos llegado a San Isidro con la esperanza casi perdida, y esta es una de ellas. Dentro de ocho días sacaremos en andas al Patrón, como siempre esperando un milagro que palíe lo que ya es una realidad constatable. El campo de España, de sur a norte, está seco. Ya se da por segura una cosecha mala en las provincias del sur de Castilla y León, y la sequía avanza implacable también en las del norte.
Todos los que estamos en activo tenemos en mente el año 2017, muy similar al actual, con una primavera excepcionalmente árida, muchas semanas seguidas sin lluvias y con altas temperaturas. Para rematar, las heladas de abril debilitaron lo poco sano que había. Exceptuando el regadío, que también está comprometido en varias cuencas, para el cereal y los pastos pintan bastos.
Dirán algunos que el campo siempre llora, que sequías siempre ha habido. Cierto es, pero ahora son más frecuentes. En los últimos siete años, hemos tenido dos campañas muy malas, la de 2017 y la presente, y otras dos malas, por debajo de la media. Cuatro ejercicios malos de siete es un balance muy complicado para una explotación. Si encima se suma que la última sementera ha sido la más cara de la historia, los agricultores y ganaderos difícilmente vamos a librarnos de los números rojos.
Hay que tener en cuenta que en Castilla y León somos más de 40.000 profesionales del sector, que manejamos la mayor superficie de cereal, forrajes, oleaginosas, proteaginosas. Somos el granero de España, la comunidad con más ganadería extensiva, la segunda en leche, etc. Somos los que más invertimos y los que más producen y, cuando las cosas vienen mal, los que más pierden.
Así las cosas, cuando faltan semanas para que entren las cosechadoras, casi todos tenemos ya superficie con problemas. Habrá muchos partes de seguro, porque Castilla y León es la comunidad con más superficie asegurada, con una media del 70 por ciento, aunque varíe entre unas provincias y otras, siendo más baja en las provincias del sur de la comunidad.
En años como el presente se comprueba la diferencia entre suscribir la póliza con cualquier colectivo y hacerlo con profesionales, como son las organizaciones agrarias. Cuando vienen mal dadas es cuando hay sorpresas poco agradables con la “letra pequeña” del condicionado, si no se ha sido convenientemente asesorado y defendido por una OPA, como ASAJA, que da la cara por el agricultor. Ya nos hemos reunido con Agroseguro para plantear todos los problemas a los que nos enfrentamos esta campaña y asegurar que las peritaciones se hagan con rapidez y en las condiciones más favorables, para que el agricultor perciba lo antes posible su indemnización y pueda contar con una mínima liquidez.
ASAJA ha sido y es una gran defensora del seguro agrario, quizás la política agraria propia más importante del Estado español, que no existe en otros países y que dada la evolución del clima, todavía es más esencial que cuando nació, en 1978. Eso sí, son precisos cambios de calado para que realmente sea atractivo para todas las comarcas y para todas las producciones, algo que ahora mismo no ocurre. Para cada explotación, el seguro tiene que ser una herramienta tan esencial como el tractor, porque sembrar y confiar que el tiempo sea propicio hoy por hoy es como echar la lotería.