Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA Castilla y León
El pasado 1 de abril comenzaba oficialmente en el Duero la campaña de riego. Por fortuna, contra años anteriores, todavía a mediados de mes no se ha tenido que gastar un solo litro. La lluvia nos ha acompañado intermitentemente desde otoño, y de forma intensa esta primavera. Entrar en el campo ha sido difícil, y se ha complicado cosechar maíz, remolacha o incluso algo del girasol pendiente, pero también realizar los necesarios aportes de nitrato y herbicida en los sembrados.
Las intensas precipitaciones han ocasionado crecidas en nuestros ríos, y los embalses han tenido que abrir compuertas para no desbordarse. Un agua que se ha dejado correr, una lástima porque sabemos que antes o después será muy necesaria. Estos días se confirmaba que los pantanos de la Cuenca del Duero estaban al 88 por ciento, 10 puntos más que el año pasado y seis más que la media de los últimos diez años. También habrán mejorado los acuíferos, no solo en volumen si no también en la calidad de un agua que es esencial para abastecimiento y regadío. Estos días se celebrarán las juntas de explotación de varios sistemas de riego, y las perspectivas son tranquilizadoras, tras varios años en los que ya de partida era imposible garantizar unas dotaciones mínimas para sacar adelante las producciones.
Ahora, menos presionados por la urgencia, es el momento de poner soluciones para afrontar otras campañas que serán menos halagüeñas. Estos días se reunía el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, con la ministra de transición Ecológica, Teresa Ribera. Anunciaban una etapa de diálogo y trabajo, que falta hace, porque buena parte de los grandes problemas del campo dependen de los hilos que se mueven desde este ministerio, desde la fauna y el lobo hasta, especialmente, la gestión del agua. Los agricultores no estamos ciegos, somos los primeros conscientes de que el agua es un recurso escaso, y que esta campaña lluviosa es por desgracia una excepción. Queremos, como el que más, que las aguas sean limpias y de calidad. Coincidimos en reconocer que hay problemas, pero no en las soluciones para afrontarlos.
Para el ministerio de Teresa Ribera, del que la Confederación es un apéndice, la solución es la inacción: dejar que el agua transcurra sin intervención alguna, hasta el mar. Es decir, fiarlo todo al cielo. Pero eso es tanto como decir que ni se produzcan alimentos, ni se pueda trabajar, ni se pueda vivir en el medio rural. ASAJA apuesta por buscar soluciones, lógicas, eficientes y sostenibles tanto desde el punto de vista medioambiental como productivo y social, para que la agricultura y la ganadería tengan futuro. A veces, como este año, nos ayuda la naturaleza a recargar los acuíferos. Otras veces es necesaria una intervención humana, y medios hay para ello. Igualmente, la capacidad de almacenamiento ha de aumentarse, bien recreciendo embalses existentes, bien creando nuevos. Todas las posibilidades deben ser valoradas, porque tener o no agua marca la diferencia, y no es lógico que Castilla y León, con mayor potencial que el resto de España, cuente con menos porcentaje de superficie regada. Hoy son cerca de 500.000 las hectáreas de riego existentes en nuestra comunidad autónoma, una superficie que genera más riqueza que las cerca de dos millones de secano, que por cierto están en reducción, por falta de rentabilidad. Eso, sin contar la seguridad profesional que el regadío ofrece al agricultor, y la capacidad que tiene el riego de generar mano de obra y riqueza en la comarca donde existe.
Por último, subrayar que una de las razones por las que ASAJA no ha firmado el acuerdo con el ministerio de Agricultura ha sido precisamente la falta de interlocución con la ministra de Transición Ecológica en todo lo relacionado con el agua. Hay que ser conscientes de que en todo, pero en el campo especialmente, quien tiene agua tiene futuro.