Por la parte de las administraciones públicas, las actuaciones en la agricultura de secano de Castilla y León, de esos cultivos de cereales, forrajes y oleaginosas, ha sido escasa o más bien nula.
José Antonio Turrado. Secretario general de ASAJA CyL
La mayor superficie de cultivo de Castilla y León es la que representa la agricultura de secano. Aun salvando las diferencias entre los más y menos productivos, por municipios o si se quiere por comarcas, hay un común denominador: pocas alternativas productivas y demasiados riesgos meteorológicos. La consecuencia de todo lo anterior es la inestabilidad en las rentas y la escasa generación de empleo, lo que lleva al despoblamiento de amplias zonas rurales.
Dicho esto, Castilla y León no puede resignarse a que su agricultura de secano se convierta en una actividad marginal sin futuro por delante. De hecho los agricultores están innovando, hasta donde es posible, para aumentar la productividad aún a pesar de todos los inconvenientes, y gracias a la tecnología en semillas, en mecanización y laboreo, en abonado y enmiendas, a las rotaciones de cultivos, y al control de plagas y enfermedades, los rendimientos por hectárea han mejorado y la superficie en barbecho se ha reducido siendo nula o testimonial en muchas comarcas.
La tecnología tendrá que seguir avanzando, que lo hará, para producir más y a un menor coste, todo de la mano de unos agricultores cada vez más profesionales desde el punto de vista de la agronomía y de la gestión empresarial, y lástima que Europa siga manteniendo el veto a una tecnología transgénica que puede hacer mucho para afrontar las desventajas de nuestra climatología y para adaptar los cultivos al ya reconocido cambio climático.
Por la parte de las administraciones públicas, las actuaciones en la agricultura de secano de Castilla y León, de esos cultivos de cereales, forrajes y oleaginosas, ha sido escasa o más bien nula. No se puede decir que las medidas de la PAC actuales le favorezcan, al contrario, pues estos cultivos han visto reducidas las ayudas a favor de otros que perciben pagos asociados. Las ayudas agroambientales no priorizan en estas zonas, y han quedado también apartadas de los apoyos a zonas desfavorecidas. Los cereales no se consideran cultivos prioritarios por la Junta de Castilla y León, lo que perjudica a los jóvenes que se incorporaran a la agricultura y a los que presentan un plan de mejora de explotaciones. Y por último, y quizás lo más importante, la consejería de Agricultura no ha realizado infraestructura alguna, pues las últimas y únicas, que fueron las concentraciones parcelarias, datan de finales de los años sesenta.
Por todo esto, hay que recordar a la Junta de Castilla y León que está en deuda con la agricultura de secano, la que ocupa la mayor parte del territorio de esta extensa comunidad autónoma. Y le exigimos que se comprometa con concentraciones y reconcentraciones parcelarias, que facilite las transformaciones en regadío de iniciativa pública o privada donde sea posible, y que las ayudas de la PAC, en sus diferentes conceptos, traten a estos profesionales al menos en condiciones de igualdad.