Doce cosas que haría uno si fuera consejero de Agricultura y Ganadería
José Antonio Turrado. Secretario general ASAJA Castilla y León
Si yo fuera el consejero de Agricultura y Ganadería, confirmaría en su responsabilidad, o no, a los altos cargos del departamento. Pensando en que mantuviera a todos en sus puestos, les dejaría claro que estamos ante una etapa distinta y que no tendrá cabida quien siga llorando por las esquinas añorando la legislatura anterior, y menos si lo que se añora son las ideas y las formas de la anterior consejera del ramo.
Si yo fuera consejero de Agricultura, terminaría de una vez por todas de desarrollar la Ley Agraria, pues es un poco vergonzoso que, habiendo surgido por consenso político y agrario, algunos de sus planteamientos sigan en un limbo después de casi cinco años.
Si yo fuera consejero visitaría hasta el último rincón de la Castilla y León para conocer de primera mano cada una de las múltiples agricultura y ganaderías distintas, empatizaría con mis paisanos, y les exigiría a los altos cargos que hicieran lo mismo, y por supuesto presidiría el primer Consejo Agrario Provincial en cada una de las nueve provincias.
Si yo fuera el consejero de Agricultura y Ganadería, pediría calma y reflexión al presidente Mañueco antes de cuestionar el saneamiento ganadero como prometió a sus votantes, y me limitaría a modificaciones puntuales que tienen que ver con la independencia de quien ejecuta el acto clínico.
Si yo fuera el consejero, adelantaría la ejecución del Programa de Desarrollo Rural en al menos dos años, y me comprometería a dar un empuje decisivo a las infraestructuras agrarias de modernización de regadíos, nuevos regadíos, y concentraciones parcelarias.
Si yo fuera el consejero, trabajaría en una PAC pensada para el profesional, para el joven que se incorpora, y buscaría una salida digna a los jubilados tratando de mejorar sus pensiones a cambio de ceder la explotación.
Si fuera el consejero de Agricultura, antes de un mes publicaría todas las ayudas posibles para afrontar el problema de la sequía, y en particular movilizaría millones de euros en préstamos subvencionados mediante acuerdos con la banca privada.
Si fuera consejero, pediría a mis funcionarios mayor compromiso con el sector para el que trabajan, aligeraría los procedimientos, y las ventanillas de la consejería serían para arreglar problemas y no para crearlos.
Si fuera consejero de Agricultura y Ganadería trabajaría con el Gobierno de España para mejorar la vida de mis agricultores y ganaderos, y lo haría sin importarme qué partido político está al frente del Gobierno en un momento determinado.
Si fuera consejero de Agricultura y Ganadería coordinaría mis actuaciones con el de Medio Ambiente, exigiría lo mismo a los funcionarios, y se trabajaría por el bien común dejando a un lado prejuicios e ideologías.
Si yo fuera consejero, exigiría un mayor compromiso a la industria agroalimentaria y a la gran distribución con el sector productor, y les obligaría a una negociación en la compra de los productos en la que ambas partes se traten como entre iguales.
Si fuera consejero, defendería con orgullo la profesión, defendería a los profesionales ante todos y cada uno de los ataques que cada vez son más frecuentes, y pondría en valor el trabajo de producir alimentos, cuidar el medio ambiente y dar vida a unos pueblos a los que otros solo van de visita.
También es verdad que, si yo fuera consejero de Agricultura y Ganadería, o si nos ocurriera a cualquiera de los agricultores y ganaderos, correríamos serio riesgo de convertirnos en uno más de ellos. Tranquilos, pues, que no les moveremos la silla.