José Antonio Turrado. Secretario general ASAJA Castilla y León
El Ministerio de Agricultura publicó hace unos días los datos relativos a las solicitudes de ayuda a la compra de maquinaria de lo que comúnmente denominamos el Plan Renove. Esta convocatoria no contempla ayudas muy generosas, pero sí sencillas de tramitar y rápidas en resolver y abonar. De casi 9,5 millones de euros en ayudas para toda España, el dato relevante es que 6,5 millones corresponden a expedientes de Castilla y León. El dato es para reflexionar, porque significa que la mayoría de la inversión en maquinaria se ha hecho en Castilla y León, y que se ha hecho un año de sequía y por consecuencia de pocos ingresos, y se ha hecho cuando las financieras de las empresas de maquinaria y la banca comercial han subido los intereses y comenzado a restringir el crédito. Pero es más, cuando en las próximas semanas la Junta convoque las ayudas para “maquinaria 4.0”, o las ayudas de incorporación de jóvenes y planes de mejora de explotaciones, de nuevo se agotará la partida presupuestaria, a pesar de que estas ayudas que gestiona la Junta se conceden solo a quienes cumplen con una serie de requisitos y condiciones, y se pagan con un poco de suerte a los tres o cuatro años de solicitarlas.
Conviene argumentar por qué ha pasado esto, para que no se piense que se hace porque los agricultores de Castilla y León tienen la cartera llena de otros años, que no es cierto. El campo de Castilla y León invierte porque ha apostado por una agricultura y ganadería profesional en la que prevalece el incremento de las explotaciones y en consecuencia la necesidad de disponer de máquinas más grandes y más tecnológicas. También porque nuestros agricultores se han creído eso de la agricultura de precisión, del mínimo laboreo, de la siembra variable… y para eso hace falta otro tipo de maquinaria que hay que comprar y además tiene que ser nueva, porque ante la tecnología reciente no hay una oferta en el mercado de ocasión. Tienen éxito estas convocatorias porque cada vez hay más empresas de servicios y más agricultores que hacen trabajos para terceros, y para eso necesitan estar a la última y renovar con más frecuencia. Se ha invertido porque, a pesar de haber sido un mal año, en el campo pensamos ya en la cosecha siguiente, y a poco que podamos, seguiremos gastando con la esperanza de recoger la próxima primavera. Y también, y hay que decirlo, hemos invertido porque las ayudas incentivan a ello, y porque dentro de lo más restringido que está el crédito, los bancos siguen creyendo en nosotros porque la morosidad del sector primario es la más baja de todas.
Así somos en el sector primario, de no tener nunca un euro en el bolsillo y gastarnos en tierras y máquinas lo que tenemos, y lo que no tenemos y nos dejan prestado. Movemos el dinero de un lado para otro y, por lo general, nos conformamos con una vida modesta. Y, en este mover el dinero, hacemos que se necesiten talleres con más empleados de los que es capaz de contratar el dueño porque pocos quieren trabajar, que haya almacenes a los que vendemos o compramos los inputs, que haya empresas de servicios, fábricas, transportista, gestores, bancos, y hasta sustentamos algunos bares.