Cuando el tiempo lo permite, por esta época los viticultores están ocupados en la labor de poda de sus viñas.
Autor: JAT
En las viñas cultivadas en espaldera, es habitual hacer prepoda, bien de forma manual o con máquinas específicas para ello. Cuando se hace con máquinas específicas, los sarmientos son triturados por la propia máquina y quedan esparcidos por la viña, mientras que si se hace la labor a mano, el podador los separa de la cepa, quedando en las calles de la viña y se retira con una grada o apero específico acoplado al tractor, arrastrándolos hasta el extremo de la finca donde se amontonan y posteriormente se queman, salvo otro uso como la biomasa o el aprovechamiento doméstico como leña.
Con prepoda o sin ella, hay que hacer una poda definitiva, labor no mecanizada que necesariamente ha de desarrollar un operario entendido en la materia. Esta labor se hace con una tijera de dos manos con empuñadura alargada o extensible para hacer más cómodo el trabajo, aunque en los últimos años se están imponiendo tijeras eléctricas con las que se requiere menos esfuerzo físico y se obtienen rendimientos mayores. La labor de poda es decisiva y determinante para la calidad de la uva, para determinar la cantidad de kilos que puede producir, la formación de la cepa y la vida productiva de la planta.
Los rendimientos en esta labor son distintos dependiendo de la formación de la viña y de que se haya hecho pre poda o no, pero un operario viene podando entre 500 y 700 plantas en una jornada de trabajo de ocho horas. Hay empresas especializadas en dar estos servicios a propietarios de viñas, para lo cual disponen de cuadrillas de podadores experimentados en la materia.