Carmelo Gómez Sanz. Presidente de ASAJA-Soria
Con la nueva PAC asomando por el camino de la ermita, se nos avecina un engaño mayúsculo encarnado por una palabreja: ecoesquemas. Pese a los esfuerzos del Gobierno por ‘blanquear’ lo que se nos viene encima, la realidad es que se trata de una pérdida de renta agraria flagrante. Los ecoesquemas vienen para complicar la vida al profesional del campo porque no hay quien pueda renunciar a un 20-30 por ciento de sus ingresos y seguir manteniendo la rentabilidad de su explotación, pero es que a la vez tampoco se pueden cumplir las normas estúpidas a las que nos quieren obligar. Todo ello generará una merma en las producciones y, además, al ser un país deficitario, habrá que traer los alimentos de terceros países que, más allá de hacerlo al precio que te impongan, es que no cumplen con los mismos requisitos ambientales y de seguridad alimentaria que hay aquí.
He llegado a la conclusión de que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha sido absorbido y abducido por el rimbombante Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, surgido de la necesidad de repartir cargos y sueldos en la, como mínimo, bicefalia gobernante actual. Lo peor de este invento es que además vampiriza impunemente los recursos, las ilusiones y hasta las vidas de los que trabajan en el campo, con el afán por supuesto de cubrir las espaldas a unos privilegiados que parasitan de acá para allá en el comedero político. Además, tratan de ocultar con palabrería que no saben hacer nada más que usar una estilográfica para decretazos. Y cuando de vez en cuando salen al campo, quieren ver algo del bucolismo que a ellos les gusta porque está en su cabeza pero que no genera actividad económica, ni futuro ni fijación de población. En este sentido, cuando un joven se quiera plantear la incorporación al campo tendrá que tener en cuenta esas ensoñaciones de los que deciden en los despachos o en los reservados de un restaurante ‘seudovegano’ y que se traducen en una gran cantidad de trabas y absurdos inconvenientes que hacen imposible su llegada a este sector. Y desgraciadamente en nuestra organización, que estamos para informar y ayudar a estos chicos, tendremos que acabar por decirles: pero muchachos, ¿dónde vais, que esto es vuestra ruina? Porque nuestra única finalidad es el respaldo al agricultor y al ganadero, tanto hoy por hoy como en el futuro.
A estas alturas de la película, y con una ganadería y agricultura españolas pasando mil y una penurias, el final se ve venir y pinta mal. Estamos más abandonados que nunca por las administraciones y hay que empezar a tener en cuenta la posibilidad de salir a las carreteras y a las calles a protestar porque está visto que otras acciones reivindicativas se las pasan por el forro de las entretelas. La ruina de las explotaciones ya está aquí. Es un fantasma que acecha y que no da miedo por ponerse sabanitas blancas, sino porque proliferan los de mendicidad intelectual que toman decisiones y aúllan con ocurrencias que nos deja sin plan B y sin futuro. En este sentido tendremos que recordar también a los bancos que muchos profesionales del campo dependemos de los créditos y los impagos se van a producir porque van a aumentar los costes y los ingresos van a descender sin piedad.
Y más allá de lo estrictamente relacionado con los euros y de la teórica tan cómoda de que los precios bajos sean a costa de quien produce, el drama es que se nos impide trabajar como sabemos, con dignidad para mantener a nuestras familias y nuestras explotaciones. Esto además no va a ser un problema para cuatro que no salga ni en los informativos; esto va a repercutir dramática y negativamente en los pueblos al vaciarse para siempre y en el campo, porque va a quedar yermo y sin que nadie lo cuide, lo trabaje y lo haga productivo. Y, a la larga, en las ciudades con los problemas de abastecimiento de alimentos saludables, de calidad y a precio contenido.