La convocatoria actual no es mejor que la anterior, y sin duda peor que la del anterior periodo de programación, pues los requisitos nos gustan menos y el importe medio a percibir es similar o inferior.
José Antonio Turrado. Secretario general de ASAJA de Castilla y León
Con dos años de retraso respecto a la anterior, la Junta ha publicado las bases de la convocatoria de las ayudas para la primera instalación de jóvenes en la agricultura. Esta línea de apoyo, con diferencias en los requisitos e incluso en los importes, es la misma que ha estado en vigor en los últimos veinticinco años, al formar parte de todos los programas de desarrollo rural contemplados en las diferentes reformas de la Política Agraria Comunitaria. El dinero que han recibido los jóvenes ha sido importante, sin duda, pero a buen seguro se podría haber hecho más con lo mismo. Las convocatorias nunca han tenido una fecha cierta, las resoluciones han estado al albur de los presupuestos y de la lenta maquinaria burocrática, los requisitos para cobrar los importes se nos antojan muchos y en no pocas ocasiones absurdos, no todos los que han cobrado la ayuda se la merecían, y el dinero suele llegar casi siempre cuando ya no es imprescindible, es decir, muy tarde.
La convocatoria actual no es mejor que la anterior, y sin duda peor que la del anterior periodo de programación, pues los requisitos nos gustan menos y el importe medio a percibir es similar o inferior. Las ayudas siguen muy vinculadas a un plan de explotación o negocio basado en un tamaño determinado que obliga al joven a hacerse con una superficie de terreno que a veces no encuentra, o que encuentra a base de pagar por ellas lo que no valen. En la compra de maquinaria sucede algo parecido: no se auxilia la maquinaria usada y a veces se compra la maquinaria nueva que mejor se justifica para el expediente, no la que más se necesita o mejor se va a rentabilizar. Y siendo esto así, la opinión de ASAJA sería dejar al joven que plantee su propio plan de negocio, que perciba las ayudas desde el principio para depender lo menos posible de la familia y de los bancos, que se le obligue a una permanencia mayor en el sector por el hecho de cobrar las ayudas, y que si abandona antes de lo permitido, devuelva todos los apoyos públicos que ha recibido.
La administración se empeña en tabularlo todo, en hacer sobre el papel una explotación muy bonita que después funcionará o no según las circunstancias, obliga al joven a endeudarse hasta las cejas a cambio de la promesa de unas ayudas que cobrará tres o cuatro años después, le obliga a coger tierras pagando por ellas más renta que el resto de los agricultores, le vigila con unos funcionarios que a veces están cargados de prejuicios y de incompetencia, y no duda en abandonarlos cuando las cosas se le complican. Y es que la Junta hace política vendiendo el dinero que destina a la incorporación de jóvenes, le interesa dar unas buenas cifras de incorporaciones, pero no dice nada sobre el éxito de estas incorporaciones. Como si no fuera importante, lo más importante, que el que empieza en el campo se jubile de agricultor o ganadero.
ASAJA tiene en el apoyo a los jóvenes su política más prioritaria. Para que las incorporaciones sean un éxito, en cantidad y en calidad, necesitamos la máxima responsabilidad y compromiso del joven que se incorpora, el apoyo de la familia que a veces no está tan ilusionada como el joven, la empatía de la banca, y el apoyo decidido de las administraciones públicas.