ASAJA considera que la administración no tiene autoridad moral para obligar a los ganaderos a someter a estrictos controles a sus rebaños, si paralelo a ello no se toman medidas urgentes y eficientes con los animales salvajes
La imagen de decenas de rebecos en puertos de alta montaña pastando junto a las vacas, como la tomada el sábado 21 de junio en pastos asturianos limítrofes con los de La Cueta, en la comarca leonesa de Babia, demuestra que no es posible una sanidad animal con barreras entre animales domésticos y salvajes. ASAJA coincide con la opinión de expertos de reconocido prestigio, como el catedrático de la UAB, Santiago Lavín, que abogan por “una sanidad única” que aborde de forma conjunta enfermedades comunes entre especies cinegéticas y animales de abasto. Porque entre especies salvajes y animales domésticos hay muchas enfermedades infecto contagiosas que son compartidas, con orígenes víricos, bacterianos o parasitarios, y que se trasmiten de unos animales a otros a través de vectores, del aire, el agua o los pastos, pues comparten espacio y hábitos en esos parajes de montaña.
Estos problemas, que están surgiendo con gran virulencia en los últimos años y traen de cabeza a los ganaderos, tienen su origen en la proliferación incontrolada de las poblaciones de estas especies, que en algunos casos son ya una auténtica plaga, así como en el hecho de que las autoridades sanitarias y de medio ambiente tienen indultadas a estas especies en lo que a los controles de sanidad se refiere. Mientras que las autoridades sanitarias siguen sin toman decisiones, cientos y miles de ganaderos de montaña ven comprometida la sanidad de sus rebaños, se ven sujetos a importantes pérdidas económicas, problemas de manejo e incertidumbre sobre el futuro de su profesión. Y es que, en opinión de ASAJA, hoy la sanidad animal ya no depende tanto del ganadero, del manejo que hace de su rebaño, como de la incontrolada fauna salvaje que ocupa el monte y los pastos, que se ha convertido en una plaga, y que trasmite enfermedades a la vez que esquilma los pastos más frescos y productivos de nuestras montañas.
ASAJA considera que la administración no tiene autoridad moral para obligar a los ganaderos a someter a estrictos controles a sus rebaños, si paralelo a ello no se toman medidas urgentes y eficientes para que los animales salvajes no crezcan en censos y estén libres de enfermedades infecto contagiosas.