La apuesta por la agricultura de regadío, más productiva y menos dependiente de los caprichos climáticos ha de ser una apuesta de las administraciones públicas.
José Antonio Turrado. Secretario general de ASAJA de Castilla y León
La agricultura de regadío es hoy por hoy la que está dando mayores satisfacciones al campo de Castilla y León, tras el fracaso de nuestra cosecha de secano, la sequía que asola los pastos, y los bajos precios, por lo general, en las producciones ganaderas. Allí donde hay una tubería o una acequia con agua, nuestros agricultores están consiguiendo sacar adelante una cosecha que, si nada se tuerce, será buena. Unas siembras hechas a su debido tiempo, y un clima por lo general caluroso tanto por el día como por las noches, ha hecho que, junto al agua que se le está proporcionado cuando la planta la necesita, que el crecimiento de los cultivos sea óptimo y por lo general con el ciclo adelantado. Este es el aspecto que presentan las minoritarias plantaciones de frutales, los todavía también minoritarios cultivos hortícolas, y la que presentan nuestros cultivos más extensivos como el maíz, la remolacha, las patatas, los forrajes o las legumbres.
Salvo donde se cruce una tormenta por medio, que dios no lo quiera, todo apunta a que el campo de Castilla y León tendrá buenas producciones en su agricultura de regadío, por lo tanto de entrada una satisfacción para los agricultores que desde el inicio de la campaña vienen poniendo tanto empeño en forma de trabajo y capital. Ahora toca esperar que los precios acompañen y que se obtengan unas rentabilidades acordes con ese trabajo y esa inversión que supone el regadío. Y aunque no es regadío, pero tampoco va por la línea de nuestro rabioso secano dedicado al cereal, hay que hacer una referencia al cultivo del viñedo, que también apunta a unas buenas producciones de uva de calidad con las que se podrán seguir haciendo buenos vinos que están conquistando con éxito mercados nacionales e internacionales. Este último cultivo, el viñedo, es el que más población está asentando en el medio rural por el continuo y laborioso trabajo en la viña y por el empleo que genera en la bodega.
La apuesta por este tipo de agricultura más productiva y menos dependiente de los caprichos climáticos ha de ser una apuesta de las administraciones públicas. Es bueno recordarlo ahora que se define el nuevo Plan Hidrológico del Duero, ahora que se empieza una nueva legislatura política, y ahora que estrenamos un nuevo Programa de Desarrollo Rural. Castilla y León necesita sacar todo el provecho posible a sus agua subterráneas y superficiales, necesita un regadío modernizado, y necesita medidas que supongan una ahorro energético para, regando, tener costes de producción lo más parecidos posibles a los que tienen los agricultores del norte de Europa a los que le cae el agua del cielo.