Reproducimos la intervención, el pasado día 4 de junio, del secretario general de ASAJA de Castilla y León, José Antonio Turrado, en la Comisión creada en las Cortes para analizar el problema del despoblamiento en la Comunidad Autónoma.
Señorías, quiero en primer lugar felicitar a las Cortes por la iniciativa de estudiar los problemas de la población en Castilla y León, problemas que entiendo se centran en el medio rural y en menor medida en las ciudades. Agradezco a todos los procuradores que forman esta Comisión que se hayan acordado de ASAJA para que aportemos nuestras propuestas, propuestas que por razones obvias se centran en el medio rural y en particular en su vinculación con los agricultores y ganaderos a los que representamos.
La despoblación del medio rural es un problema tan evidente y acuciante que hoy todos estamos suficientemente sensibilizados, y esta Comisión que se ha creado en las Cortes no tiene fundamentalmente, entiendo yo, la misión de diagnóstico, sino de aportar soluciones una vez oídas y escuchas las diferentes fuerzas sociales, políticas y económicas a las que aquí se nos ha citado. La organización agraria ASAJA, a la que hoy aquí represento, no es ajena a un problema que afecta no al sector agrario, sino a los miles de agricultores y ganaderos de Castilla y León que conforman nuestra base social.
La sangría de población en el medio rural, quizás iniciada en la década de los sesenta con el éxodo a las ciudades en busca de un empleo y de un mejor nivel de vida, se ha ido acrecentando hasta nuestros días al mismo ritmo que el campo ha ido perdiendo activos por la vía de jubilaciones que no se han compensado con la incorporación de jóvenes. Tampoco en estos años se ha creado en el medio rural una alternativa seria de empleo a los sectores de la agricultura, la ganadería y la minería en reconversión, pues la industria sigue concentrándose donde hay más industria, y los servicios donde hay industria y población. Y a este problema de despoblación en el medio rural de Castilla y León, se suma la elevada edad de los que permanecen, en muchos pueblos mayoritariamente jubilados, y con un poder adquisitivo bajo, propio de quienes cobran las pensiones más miserables del país como pensionistas que son la mayoría del Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social.
Queremos en primer lugar manifestar el deseo de que haya muchos jóvenes que se incorporen al campo, pero por otra parte no sería justo animar a más de los que puedan dignamente vivir de esta actividad, con una renta equiparable a la de otros sectores. Por eso, queremos una agricultura rentable que permita fijar población en el medio rural, y esa agricultura rentable requiere de una serie de factores.
En primer lugar, una correcta aplicación de la política agrícola común (PAC), y ahora que toca este tema en el que el Estado español tiene que tomar decisiones, no habrá otra más acertada que aquella que favorezca a la profesión desde una óptica empresarial. Escúchese a los agricultores y no se legisle contra sus intereses. Hágase una PAC que permita diversificar las producciones y orientar las explotaciones a lo que el mercado demanda.
La búsqueda de alternativas de cultivo, de productos que dejen un mayor valor añadido, ha de ser una constante de los poderes públicos y del propio sector. En este punto apostamos claramente desde ASAJA por una agricultura de regadío que fija población de forma demostrada, por lo que creemos imprescindible la pronta ejecución del Plan Hidrológico Nacional y el Plan Nacional de Regadíos en todos sus extremos. Y apostamos por una política ganadera no suficientemente desarrollada, política ganadera que además de por aspectos de rentabilidad está condicionada por normas medioambientales y de gestión municipal que a veces son decisivas. Regularizar la situación de las granjas que están en cascos urbanos, y facilitar las cosas al que empieza evitándole tantas trabas burocráticas, son pasos importantes.
Apostamos desde ASAJA por la industrialización de nuestras comarcas, y qué mejor que empezar por la industria agroalimentaria. Esto permitiría absorber parte del excedente de mano de obra del campo, del propio titular de la explotación o del cónyuge, evitando así que quien ya no puede vivir de su explotación agropecuaria tenga que emigrar a la ciudad. Pedimos pues más ayudas económicas y otros incentivos para quienes inviertan y creen empleos en el medio rural. También se ha de ofrecer suelo barato en polígonos industriales con buenos equipamientos en todas las cabeceras de comarca de la región.
El medio ambiente y los recursos naturales pueden ser un yacimiento de empleo, tanto su conservación como su puesta en valor en actividades de turismo o de recreo, sin olvidar la explotación económica de nuestros montes u otros recursos naturales, como por ejemplo actividades extractivas o energéticas que ya hoy son en algunas comarcas casi las únicas opciones de empleo y riqueza. Nuestros montes y nuestros ríos, además de conservarlos, debemos de emplearlos de forma racional para que generen recursos en nuestros pueblos.
Muchas explotaciones agrícolas, y sobre todo ganaderas, necesitan de mano de obra asalariada, y la falta de ésta aboca a veces al cierre. Facilitar la contratación de mano de obra asalariada de otros países, y dar facilidades para una vida digna a toda la familia inmigrante, es también apostar por el desarrollo demográfico de Castilla y León.
Las políticas activas de empleo femenino son fundamentales para el desarrollo demográfico en el medio rural, pues la mujer necesita y desea trabajar, y si ese empleo no se encuentra en el campo y sí en la ciudad, la decisión lógica es que toda la unidad familiar viva en la ciudad independientemente de que el marido trabaje en el campo como agricultor o en otros oficios. Nuestros jóvenes no se quedarán en el medio rural si dicho medio es inhóspito para la población femenina.
Aún quedan jóvenes dispuestos a incorporarse a la agricultura y la ganadería. Hay que ser generosos a la hora de darles ayudas, al menos proporcionalmente tantas como se le dan a las grandes empresas, hay que facilitarles cupos o derechos de producción, han de creer en sus proyectos las entidades financieras, se les ha de simplificar lo que se llama “el papeleo”, y se les ha de procurar el acceso a tierra y explotaciones por la vía de las jubilaciones anticipadas agrarias.
Desde ASAJA vemos muchas veces con preocupación el uso que se da a los fondos públicos y especialmente los procedentes de la Unión Europea. Creemos que no siempre las ayudas públicas están bien dirigidas, los programas no siempre son los adecuados y el gasto corriente en duplicar cometidos entre administraciones está a la orden del día. Ejemplos tenemos en programas como los Leader y Proder, de los que por supuesto no cuestionamos su necesidad ni la labor que están realizando, pero entendemos también que su gestión es mejorable.
Y al margen de la actividad económica, agropecuaria o no, que se desarrolle en el medio rural, se han de producir otra serie de circunstancias favorables para que se asiente la población en nuestros pueblos, pues de lo contrario se trabajará en el pueblo pero se dormirá en la ciudad. Algunas de las medidas que desde ASAJA apuntamos son las siguientes:
Igualdad de oportunidades en la educación. Centros de educación y formación en los pueblos, y cuando no sea posible en las comarcas, y ayudas mediante una política de becas específicas para quienes tienen que desplazarse desde el pueblo a la ciudad a estudiar, tanto en enseñanzas secundarias como universitarias.
Igualdad de oportunidades en la sanidad y servicios sociales. Hay que potenciar los servicios locales y comarcales con una sanidad de calidad tanto en atención primaria como en especialidades, con la creación de hospitales comarcales y con la mejora de la red de emergencias sanitarias.
Mejorando las comunicaciones. Unas modernas vías de comunicación no alejan a los vecinos de los pueblos hacia las ciudades, sino que les permiten vivir en el pueblo incluso trabajando en la ciudad. Al campo fue al último lugar al que llegó la telefonía fija, al último lugar al que llegaron los teléfonos móviles, al último lugar al que llegó la señal de televisión, y también al último lugar al que está llegando Internet. Sin unas buenas comunicaciones, no habrá tampoco empresas que inviertan en el medio rural. Por otra parte, se ha de garantizar y mejorar el servicio público de transporte a todos los pueblos de la región.
Mejorando el equipamiento urbano. Ésta es una tarea de los ayuntamientos y de otras administraciones. Varias líneas de ayuda para este cometido se le vetan a las entidades locales cuando los municipios no superan un mínimo de población, llegándose a crear un círculo vicioso: si no hay servicios no hay población, y si no hay población no se prestan servicios. Los equipamientos en los pueblos son imprescindibles para garantizar calidad de vida, pero también son imprescindibles para el desarrollo del turismo rural.
Mejorando la seguridad ciudadana. De esto se habla y hablará más en el futuro. Primero fueron las iglesias y el patrimonio en general, pero ahora los enemigos de lo ajeno asaltan impunemente las casas y propiedades en esos pueblos casi deshabitados, lo que ahuyenta posibles inversiones. Necesitamos más vigilancia de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.
El acceso a la vivienda. Es fundamental que existan ayudas públicas y facilidades para quienes desean construir su primera o segunda vivienda en el medio rural. Las viviendas de protección oficial que promocionan los ayuntamientos han demostrado ser un elemento fundamental para fijar población joven en el medio rural. Muchas veces el simplemente hecho de ofrecer el suelo, en pueblos donde el suelo es lo que sobra, puede ser un elemento decisorio a la hora de comprar o construir la vivienda. Nos atrevemos a pedir una política de ayudas y de incentivo fiscal para quienes se decidan por su segunda vivienda en el medio rural.
Y por último, no pongamos más dificultades a las gentes del campo, del medio rural, de las que ya tienen. La ley ha de ser igual para todos, pero quizás la bandera del medio ambiente se está usando como pretexto para perseguir al que hace agricultura y ganadería, al que caza, al que pesca, al que desarrolla actividades tradicionales y al que tiene un pequeño negocio en el pueblo. Demos facilidades y seamos generosos con el que trabaja, con el que invierte en el campo, y con el que también disfruta, pero sobre todo sufre, de los inconvenientes de la vida en los pueblos todos los días del año.
Tienen sus Señorías encomendada una difícil tarea a la que nosotros quizás no podamos contribuir tanto como sería nuestro deseo. Trabajemos entre todos para poner freno a la preocupante despoblación del medio rural, luchemos a la vez para que el medio rural sea una alternativa a la vida en las ciudades y consigamos traer una nueva etapa de esplendor para nuestros pueblos como la que en su día tuvieron. Piensen que aunque aún quedamos una generación de los que por encima de todo queremos a nuestro pueblo, aunque no sepamos a veces explicar el porqué; para invertir y vivir en el medio rural no basta con ser romántico, hay además que tener despejado el horizonte en cuestiones de empleo y bienestar. Hagamos de la agricultura y la ganadería una profesión con futuro, creemos empleos alternativos en el medio rural, demos una salida laboral y profesional a las mujeres, llevemos a nuestros pueblos todos los servicios posibles de cuantos se disfrutan en las ciudades, y estaremos entonces en el buen camino para cumplir los cometidos de esta Comisión: evitar el despoblamiento del medio rural.
Señorías, les deseamos a ustedes mucho éxito, porque será también el nuestro. Muchas gracias.