Nunca como en el momento actual se habían alcanzado máximos históricos en el precio del carburante. Si en el mes de mayo de 2005, se estaba pagando el litro de gasóleo a 0,60 euros, un año después, no solo no ha bajado sino que a día de hoy alcanza en postes de varias comunidades los 0,73 euros/litro, o lo que es igual las 121,46 pesetas.
A finales de abril, el presidente de ASAJA, a instancia de la Junta Directiva de la Organización, solicitó al ministerio de Agricultura una reunión urgente para abordar el problema del encarecimiento del combustible agrícola y presentar a sus máximos responsables las propuestas que, en opinión de ASAJA, deben basar una, más que necesaria, negociación.
Para ASAJA, el tratamiento de parcheo dado hasta la fecha por el MAPA al problema del encarecimiento del combustible y su repercusión en el sector agrario no ha servido más que para demorar el problema en el tiempo y, de nuevo, nos vemos ahora soportando una situación similar a la que se produjo hace un año. El aumento desmesurado del precio del gasóleo se ha convertido ya en un problema estructural, y como tal, está poniendo en peligro la viabilidad de muchas de las explotaciones agrarias.
Por ello, se hace necesario buscar otro tipo de estrategias y medidas para afrontar este nuevo reto en la estructura de costes y rentas de la explotación agraria. En este sentido, ASAJA ha elaborado un conjunto de propuestas, de carácter estructural, capaces de preservar la sostenibilidad no solo económica sino también social y medioambiental de la actividad productiva.
En el documento preparado por ASAJA se incluyen:
·medidas de tipo fiscal y carácter estructural, al igual que existen en otros países de la UE
·medidas sobre la distribución en el sector de los hidrocarburos
·medidas de ahorro energético y renovación de maquinaria y equipos y
·medidas a favor del uso de las energías renovables en el sector (utilización de biocarburantes como alternativas energéticas; aprovechamiento de la biomasa; usos de energías renovables)
En opinión de ASAJA, sería más que deseable que el ministerio de Agricultura se mostrara dispuesto, de una vez por todas, a afrontar el problema con rigor y seriedad y entre todos ser capaces de arbitrar soluciones definitivas que eviten que, ante cada nueva escalada de precios, cunda la alarma y se desestabilicen las economías de las explotaciones agrarias.