La Comisión Europea propuso ayer a los Estados miembros renovar 10 años más -hasta 2033- la autorización del glifosato en la Unión Europea, el pesticida más utilizado en el sector agrícola y cuyo permiso expira a mediados de diciembre.
Fuente de controversia desde hace años debido a los posibles efectos sobre la salud, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) concluyó en su estudio de impacto publicado en julio que el nivel de riesgo del herbicida -para la salud de los seres humanos, animales y medioambiente- no justifica su prohibición. Los gobiernos europeos analizarán y votarán la propuesta en su reunión del 12 y 13 de octubre.
La última vez en que la UE renovó la licencia del glifosato, la sustancia activa utilizada por el gigante Bayer-Monsanto en el herbicida Roundup, fue en 2017. Lo hizo entonces por un período de 5 años (prorrogado un año más hasta 2023), tras una larga y complicada tramitación político debido a la oposición que suscitaba la propuesta, que fue aprobada con el voto en contra de Bélgica, Grecia, Francia, Croacia, Italia, Chipre, Malta, Austria y Luxemburgo.
En 2015 la Organización Mundial de la Salud llegó a alertar sobre los riesgos cancerígenos de la sustancia, aunque un informe de la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA en sus siglas en inglés) concluyó dos años después que no hay evidencias científicas como para clasificarlo como “cancerígeno, mutágeno o tóxico para la reproducción”.
Desde entonces los estudios, análisis e investigaciones se han multiplicado. “Es importante tener en cuenta que el expediente para la solicitud de renovación contenía una cantidad de información sin precedentes y eso se debe a que el glifosato es probablemente la sustancia activa más investigada en el mundo”, aseguran fuentes de la Comisión Europea sobre un expediente con más de 180.000 páginas y en el que se han utilizado más de 2.400 estudios tanto públicos como privados.
Sin zonas críticas de preocupación
La conclusión de los expertos de la EFSA tras examinar la propuesta fue que “no existe ninguna zona crítica de preocupación” -se define como crítica cuando afecta todos los usos propuestos del pesticida bajo evaluación (por ejemplo, usos previos a la siembra, usos posteriores a la cosecha, etc.)- y que por tanto no hay motivos para no aprobar una renovación, aunque la Comisión Europea propone ahora hacerlo con “estrictas condiciones” y «medidas de acompañamiento» para atenuar los riesgos en las zonas rociadas con el pesticida. Por ejemplo, se exigirán boquillas reductoras para reducir la dispersión del producto en la pulverización.
Además, los Estados miembros podrán establecer requisitos de seguimiento al conceder autorizaciones en el marco de la directiva del agua, tendrán que garantizar que el uso de productos fitosanitarios que contengan glifosato sea minimizados o prohibidos en determinadas áreas, prestar atención al impacto sobre los pequeños mamíferos, considerando medidas de mitigación o restricción si fuese necesario, así como a los efectos indirectos sobre la biodiversidad.
Período de diez años revisable
En cuanto al período de la renovación, de 10 años, son cinco años menos del máximo posible pero un lustro más que la última autorización. Bruselas justifica esta decisión en la necesidad de dar una respuesta equilibrada. “Equilibramos dos elementos, un elemento es que todavía hay muchas investigaciones en curso sobre el glifosato. Casi todos los días hay una nueva publicación en alguna revista. Eso nos llevó la última vez a acortar el periodo” pero “el proceso de renovación requiere de una inmensa cantidad de recursos por parte de las autoridades de los Estados miembros y de la EFSA” así que “proponemos un período más largo” pero “si en estos 10 años sale a la luz información que ponga en duda las conclusiones de la EFSA podemos, en cualquier momento, revisar la aprobación”, aseguran fuentes del Ejecutivo comunitario.
Fuente: ASAJA nacional