ASAJA pide a las administraciones un mayor compromiso con un sector esencial, e insiste en el retraso que acumula el pago de ayudas como la ganadería extensiva, pastos y zona de montaña
Con motivo de la celebración hoy martes 17 de enero de la festividad de San Antón, santo protector de los animales y patrono de los ganaderos, la organización agraria ASAJA quiere subrayar las necesidades y carencias específicas que soportan estos profesionales y pedir a las administraciones un mayor compromiso con un sector que, representando el cincuenta por ciento de la Producción Final Agraria regional, pasa muchas veces a un segundo plano. Además, recuerda a la administración el retraso que acumula el abono de ayudas que repercuten directamente en estos profesionales, como son las dirigidas a ganadería extensiva, zona de montaña, y superficies forrajeras pastables y sistemas de pastoreo.
El recién concluido 2016 se ha caracterizado por cotizaciones desiguales pero en general bajistas de los productos ganaderos, sobre todo de los sectores cuantitativamente más importantes, como son leche de vaca (con una crisis de precios aún no resuelta, porque se está pagando por debajo de la marca de rentabilidad, 34 céntimos litro), así como los sectores del ovino y caprino. También llevan meses difíciles las explotaciones de conejos y de porcino. Las perspectivas de mercado siguen siendo muy complicadas, dado que en buena parte depende del marco internacional y de las exportaciones, y al veto ruso, que se está prolongando más de lo esperado, se ha sumado la incertidumbre por las repercusiones del Brexit, que se irán conociendo a lo largo de este año.
ASAJA pide a las administraciones que “se empleen a fondo” en facilitar la salida a mercados exteriores, dado el extraordinario potencial, en cantidad y calidad, que tiene Castilla y León, que se confirma con el creciente peso en la balanza comercial de nuestras exportaciones cárnicas, especialmente de vacuno y porcino.
Al margen de la situación internacional, donde hay un trabajo fundamental que ha de resolver la administración nacional, con el apoyo de la autonómica, es la implantación a todos los efectos de la Ley de la Cadena Alimentaria y en el fortalecimiento de la Agencia de Información y Control Alimentarios, “que pueden hacer mucho tanto para identificar con claridad nuestro producto como para evitar situaciones de abuso por parte de industria y distribución”, señala ASAJA.
También pone el sector ganadero tareas que competen directamente a la Junta de Castilla y León, como son las medidas de control que eviten los permanentes daños causados por la fauna sobre el ganado (en especial el lobo), así como la gestión de las campañas de saneamiento, cuyos efectos, a veces desproporcionados, son uno de los principales temores de los profesionales del sector.
ASAJA recuerda que la ganadería en Castilla y León es la que tira del consumo de la mayoría de los productos agrarios, en particular cereales y forrajes; sustenta una pujante industria agroalimentaria; genera empleo asalariado como ningún otro, y además ocupa el territorio incluso en las zonas más marginales y deprimidas, “algo que en una comunidad autónoma con graves problemas de despoblación debería estar mucho más valorado de lo que por desgracia está”.