Con ocasión de la celebración, el lunes 8 de marzo, del Día de la Mujer Trabajadora, ASAJA de Castilla y León quiere recordar al colectivo que reside en el medio rural, en el que existen unas características específicas que complican su acceso al mercado laboral. En este sentido, la organización agraria anima a las mujeres de los pueblos de la Comunidad Autónoma a que participen de la vida económica y social de sus comarcas, bien a través de asociaciones, cooperativas u otros colectivos que puedan proporcionarles información y apoyo.
Según los datos oficiales, sólo un 6 por ciento de las mujeres que residen en municipios de menos de 5.000 habitantes formar parte de alguna asociación de tipo empresarial o profesional. Concretamente, en las organizaciones provinciales de ASAJA en Castilla y León las mujeres suponen cerca del 10 por ciento del censo de socios, aunque hay que tener en cuenta que la afiliación se corresponde con titulares de explotaciones, y que detrás de un socio varón puede haber una mujer que trabaje activamente en la empresa agroganadera: de hecho, los datos globales de ocupación en el sector agrario regional indican que un 17 por ciento de los que trabaja e agricultura son mujeres. En los últimos años, se aprecia una profesionalización de este colectivo, un pequeño grupo de mujeres que, a pesar de las dificultades, se incorporan al sector tras haber recibido una formación específica. Alrededor del 10 por ciento de las incorporaciones son protagonizadas por mujeres: como referencia de las 225 ayudas la incorporación concedidas en el año 2002, 19 fueron a parar a mujeres.
Respecto al protagonismo en los órganos de decisión, aunque hay mujeres que forman parte de varias juntas directivas provinciales y también responsables de sectoriales productivas (mención aparte merecería el colectivo AMFAR, centrado en las mujeres y familias del ámbito rural) es cierto que todavía su presencia es escasa. Este hecho puede obedecer a varios factores, desde la herencia de situaciones pasadas, en las que la mujer tenía un papel secundario en la vida socioeconómica, hasta la falta de tiempo que, hoy en día, sigue siendo una realidad para la mayoría de las féminas, ya que el reparto de responsabilidades domésticas y del cuidado de niños y mayores aún es muy desigual. De hecho, el principal motivo aducido por las mujeres para no pertenecer a una asociación es ese, la falta de tiempo, algo que también perjudica a aquellas que desean incorporarse a la vida laboral pero no pueden hacerlo al no disponer de servicios sociales que les descarguen de la atención de sus familias (de guarderías, centros de día para atención de enfermos, ayuda a domicilio, etc.).
ASAJA entiende que la Administración ha de proporcionar a las mujeres, y especialmente a las jóvenes, las herramientas precisas para poder desarrollarse personal y profesionalmente sin tener que abandonar sus pueblos. Ellas deben poder acceder, en condiciones especialmente favorables, a nichos de empleo que en estos momentos están apareciendo vinculados a sectores complementarios con el agrícola y ganadero (industrias agroalimentarias, servicios turísticos y medioambientales…). Ayudas específicas y, sobre todo, una atención y apoyo continuo son precisos para lograrlo, y superar el aislamiento en el que muchas se hayan. Integrarse en una asociación, en una cooperativa u otro colectivo que les anime e informe es una buena fórmula para conseguirlo.