Con la alcaldía de un pueblo pequeño ni se hace uno famoso, ni tiene sueldo, ni siquiera se aspira a un cargo político de mayor relevancia. Una vez elegido, lo que toca es atender a tus ciudadanos.
Donaciano Dujo. Presidente ASAJA Castilla y León
Hacía muchos años que no teníamos una campaña electoral tan animada y con tanta incertidumbre como ésta que hemos pasado en el mes de mayo. En las tertulias de los bares había apuestas sobre lo que perderían los partidos mayoritarios y lo que iban a ganar los emergentes, Podemos y Ciudadanos. Se veía que les darían más cancha en las ciudades, donde reside más gente joven, desilusionada por la falta de perspectivas de trabajo, aunque también había otros posibles votantes, decepcionados con la política del “y tú mas” de los últimos. Esas eran las impresiones aunque, como suele ocurrir en muchas veces en la vida, la realidad supera lo que imaginas. En varias de las más pobladas ciudades de España, Madrid incluida, hoy el ayuntamiento está en manos de plataformas ciudadanas afines o apoyadas por Podemos. En el resto del territorio, excepto en casos como el de Soria, que la sigue liderando el PSOE con mayoría absoluta, ha hecho falta pactos políticos de todo tipo para aupar al alcalde, o al presidente de la autonomía.
Esto es lo que sale todos los días en los telediarios o tertulias de radio pero, ¿qué ha pasado en las cabeceras de comarca y en los pueblos pequeños, en los que mayoritariamente viven y trabajan los agricultores y ganaderos? Quizás no han sido tan llamativos los cambios, pero sí que les ha habido. Un buen número han cambiado de manos, o para seguir los mismos han tenido que pactar con otros partidos pequeños o listas de independientes. En los pueblos pequeños la política se corta un poco a medida: muchas veces las siglas de grandes partidos son solo un apoyo para formar la candidatura y para no tener que hacer el papeleo los propios concejales. En los pueblos sí se conoce a los candidatos, se sabe lo que piensan y lo que van a hacer. En muchos casos, incluso, los vecinos casi “obligamos” a seguir presentándose a los que están, porque es nada fácil que aparezcan otros aspirantes. Con la alcaldía de un pueblo pequeño ni se hace uno famoso, ni tiene sueldo, ni siquiera se aspira a un cargo político de mayor relevancia. Una vez elegido, lo que toca es atender a tus ciudadanos, ser a ratos tu propio alguacil, el electricista que cambia la bombilla, el fontanero que para una fuga y el conserje que abre el consultorio el día que viene el médico al pueblo. Una labor sacrificada y poca recompensa, pero que si se hace con entrega y dedicación deja huella.
A todos estos alcaldes y concejales de pueblos pequeños quiero dirigirme desde ASAJA darles mi enhorabuena por su cargo, para desearles éxito en esta legislatura y para pedirles que, dentro de lo que esté en su mano, trabajen para mejorar las condiciones de vida de todos los que residen en el medio rural, todos los que queremos que nuestros pueblos sigan teniendo vida.
* Artículo publicado en Mundo Agrario, suplemento semanal del periódico El Mundo de Castilla y León.