ASAJA cifra en 200.000 las hectáreas de secano que esta campaña se abandonarán porque los costes de producción –especialmente, el del gasóleo– no permitirán obtener rentabilidad alguna de esas tierras, cifra a la que habrá que sumar otras 15.000 hectáreas de regadío que dejarán de trabajarse por el mismo motivo.
Las comarcas que se encuentran en esta disyuntiva son aquellas en las que los rendimientos por hectárea están por debajo de los 2.000 kilos. Teniendo en cuenta el precio del gasóleo (67 céntimos, 112 pesetas, en la actualidad, y las previsiones internacionales sobre el crudo siguen siendo pesimistas), así como el valor de la producción, será más rentable para los agricultores dejar esas tierras sin cultivar. Incluso en un año de escasez como el actual, el kilo de trigo se paga a unos 13 céntimos, el mismo valor que se alcanzaban en 1990.
En regadío también afecta el desorbitado precio del gasóleo, sobre todo en las zonas de riego subterráneo con pozos de una profundidad mayor a 200 metros, cuyo impulso exige un alto gasto de gasóleo. ASAJA estima que se reducirán unas 15.000 hectáreas, especialmente en maíz, cultivo más exigente en los riegos que el cereal de invierno. En igual situación se encontraría esta campaña la remolacha, si ya estuviera aprobada la brutal reforma de la OCM que Bruselas pretende aplicar.
“Si las administraciones no ponen en marcha medidas contundentes y eficaces, el desierto y el abandono se extenderán como una mancha de aceite por el territorio regional, porque no se puede seguir trabajando sin obtener rentabilidad”, subraya ASAJA. La organización profesional agraria afirma que en estos momentos se hace aún más urgente la aprobación de un gasóleo profesional que permita a los agricultores salvar sus explotaciones. Pasan los meses y nada se ha hecho en este sentido: basta con recordar que en agosto del año 2004 el litro de gasóleo costaba 47 céntimos (78 ptas.), y hoy vale 67 céntimos (112 ptas.), lo que supone un incremento del 44 por ciento. “Parece que al Gobierno no le preocupa demasiado esta situación escandalosa, tal vez porque mientras el patrimonio de los agricultores desaparece, las arcas del Estado engordan, por la vía de los impuestos”, denuncia ASAJA.