La entrada de alimentos producidos con prácticas prohibidas en la Unión Europea suscita el rechazo social al Tratado de Libre Comercio
Tras 10 rondas de negociaciones entre la Unión Europea y Estados Unidos, la firma del Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP por sus siglas en inglés) encuentra grandes dificultades en los subsectores ganaderos de vacuno de carne y leche, carne de porcino y pollo y de producción de huevos. Estados Unidos y la UE insisten en mantener sus respectivas regulaciones en producción ganadera, que suponen mayores restricciones y costes para los productores comunitarios.
El tratado TTIP permitiría la importación de alimentos de origen animal producidos con antibióticos promotores de crecimiento, hormonas, harinas de carne, aditivos y OMG no autorizados en la UE, y también de canales de pollo tratadas. Estas prácticas, que permiten que Estados Unidos sea muy competitivo en producción ganadera a nivel mundial, son una amenaza para la sostenibilidad de los sectores comunitarios sensibles. Además, existe un amplio rechazo social a que en la UE se comercialicen alimentos producidos con métodos prohibidos según el Modelo Europeo de Producción, más exigente en materia de seguridad alimentaria, entre otros aspectos.
Los sectores españoles afectados (entre las organizaciones firmantes está ASAJA, así como las cooperativas agroalimentarias y colectivos de productores como Anprogapor, Aseprhu, Propollo o Asoprovac) han solicitado en una carta enviada a la Administración española e instituciones comunitarias excluir de su ámbito las producciones ganaderas sensibles, y que se prolongue en estos sectores el estatus quo actual. Esto es, mantener el comercio de EE.UU. con la UE en las condiciones de cuotas y aranceles establecidos para cada sector que permiten los intercambios comerciales sin ponerlos en riesgo.
Un acuerdo TTIP que no tenga en consideración el modelo regulatorio comunitario sería sumamente lesivo para los intereses de la UE. Supondría la pérdida de 403.200 puestos de trabajo en la UE en los 10 años posteriores a su entrada en vigor.. Este daño no es política ni socialmente aceptable en la coyuntura actual de la UE. Además, la opinión pública es muy crítica con un TTIP que no respete la exigencia de los ciudadanos europeos, de que, especialmente en materia de seguridad alimentaria, los productos importados cumplan las mismas normas que los comunitarios.
Los subsectores de vacuno de carne y leche, carne de porcino y ave y de producción de huevos representan únicamente el 0,47% del PIB de la Unión Europea. Las organizaciones firmantes de la petición consideran que su exclusión del TTIP sería un mal menor en aras de facilitar un acuerdo de libre comercio que aportaría grandes beneficios políticos y económicos tanto a la UE como a EE.UU. Su solicitud no excluye que en un futuro ambos modelos regulatorios deban ser analizados con vistas a una convergencia que permitiera la integración total de estos sectores en el marco del Tratado TTIP.