Juan Carlos vive en Paradinas de San Juan, un pueblo de cerca de 800 habitantes, situado en una comarca salmantina cien por cien agrícola como es la de Peñaranda.
Juan Carlos vive en Paradinas de San Juan, un pueblo de cerca de 800 habitantes, situado en una comarca salmantina cien por cien agrícola como es la de Peñaranda. Su profesión, la ganadería de leche, es compartida por cerca de una veintena de ganaderos de su localidad.
En su casa siempre había habido un par de vacas, para consumo propio y venta a los vecinos, pero fue él el que decidió centrarse en esta producción. “La verdad es que el vacuno de leche siempre me ha gustado y, aunque sea esclavo, hasta hace unos años, se ganaba un duro, y pensaba que con el tiempo podría permitirme vivir mejor”, comenta. Pero en los últimos el año el desánimo no remonta. No sólo por culpa de los precios, “porque no sé si fue peor la crisis de hace dos años que la del año pasado, cuando subieron los costes de producción”, puntualiza. Piensos por las nubes, préstamos siempre pendientes y, encima, el problema del cupo, que siempre se queda corto. Juan Carlos tiene 200.000 kilos “pero para hacer competitiva la explotación necesitaría casi el doble”. No está nada de acuerdo, y así lo ha expresado en muchas ocasiones, como portavoz de la Sectorial de Vacuno de Leche de ASAJA-Salamanca, con el sistema que se emplea para determinar el reparto de cupo de la reserva nacional: en su opinión, se están beneficiando sólo unos pocos, “y si todos pagamos impuestos, todos tenemos derecho, aunque toquemos cada uno a unos pocos kilos”.
Al final, hay días que “lo mandaría todo a paseo”. Y desde luego, ningún ánimo tiene de que alguno de sus cuatro hijos le suceda. “Te da la sensación de que trabajas sin sacar nada en limpio, y siempre te queda la duda de qué pasará mañana, porque dependemos totalmente de las decisiones políticas”, concluye.