Ell 25 de mayo elegimos a nuestros representantes en los gobiernos municipales y en el Parlamento regional y ellos van a poder decidir después sobre nuestras vidas.
Las del 25 de mayo no son nuestras elecciones, pero no nos es indiferente lo que pase en ellas. Somos ciudadanos formados, con criterios y opinión, con inquietudes, comprometidos, y queremos lo mejor para nuestras familias, para nuestros pueblos, para nuestra profesión y para Castilla y León. Pero además de querer contar por el hecho de ser habitantes de esta tierra y no ser menos por vivir en un pueblo o dedicarnos a una profesión poco reconocida, tenemos que hacer valer nuestros derechos como agricultores y ganaderos y exigir políticas que permitan la mejora de las rentas de las gentes del campo. Y es que el 25 de mayo elegimos a nuestros representantes en los gobiernos municipales y en el Parlamento regional y ellos van a poder decidir después sobre nuestras vidas. Administrarán un presupuesto, dictarán leyes, cobrarán impuestos, tomarán decisiones económicas y de índole social otras, priorizarán en unas u otras cuestiones y en definitiva gobernarán sin derecho a réplica por otros cuatro años.
En un sector en claro retroceso como es el agrario, al menos retroceso en cuanto al número de activos, con prácticamente nula representación de hombres del campo en las listas, y sin poder influir lo más mínimo en el diseño de los programas electorales, lo único que cabe es votar cada uno en conciencia, en muchos casos al que consideremos menos malo, en blanco si no nos convence nadie, y tocar madera para que haya suerte. Pues los cuatro próximos años van a ser decisivos sobre el futuro del sector agrario y del medio rural, pues si no se garantiza un nivel de renta digno que haga atractivo el sector para los jóvenes, a la vuelta de la esquina nos encontraremos con una agricultura y ganadería marginales y por extensión un medio rural más abandonado del que ahora de por sí tenemos. <?xml:namespace prefix = o ns = «urn:schemas-microsoft-com:office:office» /><o:p></o:p>
No es mi intención utilizar el privilegio de esta tribuna para orientar el voto de nadie en ninguno de los sentidos, aunque si yo pudiese ver por la mirilla de una cerradura el futuro del sector y averiguase quién nos iba a tratar mejor, con toda seguridad opinaría con la libertad que siempre lo hemos hecho desde ASAJA y no me dolerían prendas en ponerme del lado de nuestros intereses como sector olvidando si fuese necesario lo que el corazón me dictase. ASAJA no tiene compromisos con nada ni con nadie, y los socios, a diferencia de los de otras organizaciones agrarias, tienen absoluta libertad para posicionarse dónde y como quieran el 25 de mayo. El día después ASAJA seguirá colaborando con el nuevo ejecutivo, nos tendrá siempre dispuestos para luchar por el sector en los despachos, pero a buen seguro tendrá que aguantar nuestras ácidas críticas y nuestra contestación en la calle.<o:p></o:p>
El 25 de mayo nos jugamos la gobernabilidad de nuestros pueblos, unos pueblos con muchas necesidades que se suplen tan sólo con dinero público y buenos gestores. Y nos jugamos el futuro como agricultores y ganaderos, nos jugamos el futuro del medio rural, y en definitiva el futuro de los nuestros. Por todo esto, sería muy malo que ese vacío de gente nuestra que ya se observa en las listas –en unas porque nadie quiere y en otras porque no nos dejan–, se tradujese también en una abstención en las urnas. Se puede votar a los uno, a los otros, o votar en blanco, pero nosotros no podemos renunciar a derecho alguno, y menos al del sufragio. Algunos eso es lo que quieren, que ni tan siquiera contemos a la hora del voto.<o:p></o:p>
<o:p></o:p>
<o:p></o:p>
<o:p></o:p>
<o:p></o:p>