Estamos ante un asunto de gran trascendencia política, económica y social, pero sobre todo ante un asunto que no es indiferente a ninguno de los agricultores y ganaderos españoles.
Y en el momento en el que los estados miembros o las comunidades autónomas tienen capacidad para decidir, es cuando el papel de las organizaciones agrarias pasa a tener un carácter relevante. Si nuestro cometido es opinar y tratar de influir para que se aplique la política agraria que consideramos que más nos puede favorecer, o perjudicar menos; ahora tenemos el derecho y el deber de decir cuándo y cómo queremos que se ponga en marcha la reforma de Fischler. Estamos ante un asunto de gran trascendencia política, económica y social, pero sobre todo ante un asunto que no es indiferente a ninguno de los agricultores y ganaderos españoles; por eso no cabe medias tintas, ni titubeos, hay que mojarse y decir claramente qué es lo que queremos.
Desde ASAJA de Castilla y León ya hemos dicho claramente que queremos que la reforma se aplique en el 2005 y que se opte por el sistema de pago único en todos los sectores agrícolas y ganaderos, pues entendemos que la opción de desacoplamiento parcial que se nos ofrece es mucho peor para el profesional del sector. Este es el sentir mayoritario de las diferentes asociaciones provinciales, por lo que en breve habrá un pronunciamiento similar de la organización nacional. Pero esto, que es lo lógico, y que con seguridad es lo que quieren la inmensa mayoría de los agricultores y ganaderos españoles, parece que no están dispuestos a defenderlo otras organizaciones agrarias. Esas mismas organizaciones que pidieron la reforma, que pidieron la modulación, y que nos llevaron a este callejón sin salida, ahora quieren condenarnos a que nos quedemos con lo peor de la reforma Fischler y desaprovechar lo poco bueno que tiene y que sí aprovecharán agricultores y ganaderos de otros países.
Y para colmo de despropósitos, casi nadie duda de que lo inteligente es un desacoplamiento total para los cultivos herbáceos, pero son varios los que dicen que en ganadería se aplique un desacoplamiento parcial. Y digo yo que quienes desde el mundo agrícola, de la política o de la administración defiendan esta tesis, tendrán que explicarla convenientemente, pues me da el tufo de que se trata de posturas egoístas de ciertos agraristas que quieren el bien para sí y el mal para el prójimo. Que me expliquen si no cómo se puede justificar el recibir una ayuda agrícola sin vincularla a la producción, y por el contrario aplicar rasero distinto para las ayudas ganaderas. Y adelanto que no me sirve eso de que el ganadero tiene que seguir sacrificándose trabajando de día y de noche, viviendo en el pueblo, para mantener vivos nuestros pueblos y un entorno saludable.
Los que llevamos ya muchos años en el sindicalismo agrario hemos tenido que oír en no pocas ocasiones que el sector ganadero estaba peor defendido, y que la mayoría de los dirigentes del sector provenían del mundo de la agricultura. Siendo por diversas razones cierto esto último, nunca he compartido lo primero y en dicho sentido he actuado en lo que han sido mis responsabilidades, y sentiría mucho que ahora que se va a tomar una decisión importante, el mundo ganadero se vea perjudicado porque algunos tomen decisiones que enfrenten a dos subsectores que sólo pueden ir bien si van de la mano.