Por fin Urcacyl, una unión regional de cooperativas en la que no están todas ni están las más importantes, tiene el reconocimiento de la Consejería de Agricultura y Ganadería para sentarse en el Consejo Regional Agrario como una cuarta organización agraria –junto a Coag, Upa y ASAJA–, y por tanto desempeñando una labor reivindicativa en materia de política agraria.
Este logro es sin duda un éxito personal de su presidente, Ricardo Martín, que siempre ha entendido que las cooperativas tienen que tener cabida en todos los foros en los que están presentes las organizaciones agrarias, y muy especialmente en las reuniones con la Administración y en los medios de comunicación. ASAJA está totalmente en desacuerdo con que las cooperativas se atribuyan el papel reivindicativo, y está en contra de que ofrezcan ciertos servicios que dan las organizaciones, como pueda ser tramitar ayudas, pues en ambos casos suelen hacerlo mal, y lo hacen en competencia desleal con los sindicatos agrarios.
Pero ahora ya no importa lo que ASAJA diga y opine. Las cooperativas de Castilla y León aglutinadas en el entorno de Urcacyl, porque de las otras el consejero no se ocupa, son a todos los efectos una cuarta organización agraria para informar, reivindicar y dar servicios. Ahora queda por demostrar que ese papel para el que se le ha otorgado diploma, lo ejercen con dignidad, con éxito e independencia, y que ello redunde en beneficio para los agricultores y ganaderos. Porque meterse en estos líos, además de servir para sacar pecho en los periódicos y las televisiones, tiene acarreadas no pocas responsabilidades. Ahora los socios de cooperativas integradas en Urcacyl, que al parecer son decenas de miles, y que muchos de ellos se supone son socios también de ASAJA, tienen una nueva puerta a la que ir a llamar cuando las cosas vayan mal. Antes de ir a ASAJA a quejarse por las ayudas que no se aprueban, por los expedientes que se atrancan en los despachos, por las multas que pone Medio Ambientes, por las inspecciones de la PAC, por la equivocada política agraria de Bruselas, por los bajos precios de los productos o por los altos costes de los medios de producción, tendrán que pasar a quejarse al despacho del presidente o del gerente de su cooperativa más próxima. Y ya no valen excusas, no valen pretextos, no vale echar responsabilidades fuera, pues ahora los presidentes de cooperativas tendrán que criticar al poder político, tendrán que resolver papeles a los agricultores, tendrán que sacar comunicados de protesta, y tendrán que ser los primeros en agarrar las pancartas y en convocar de motu propio las manifestaciones.
Y toda esta nueva responsabilidad, asignada por el consejero después de haber sido reiteradamente demandada por Urcacyl, la tendrán que compaginar con la esencia de su objeto social, que no es otra que la de comercializar y transformar los productos para que el agricultor y ganadero socio obtenga un valor añadido al de la producción. Y desde ASAJA esperamos que en este campo, donde tanto queda por hacer y muy especialmente en esta región, las cooperativas de Urcacyl no caigan en la desidia y abandonen sus responsabilidades por dedicarse a partir de ahora a agarrar pancartas. Está bien diversificar, eso dicen los buenos empresarios, y las cooperativas empresa son, pero como me decía estos días un buen cooperativista que a la vez cree en el sindicalismo agrario, haber si por meternos en la política nos olvidamos de ganar un céntimo al kilo de trigo o al litro de leche.