Siendo grave lo del petróleo, me atrevo a poner al menos a su altura la situación que vivimos por el precio de los fertilizantes. Suponen un coste mayor, que tampoco repercutimos en la venta de los productos, y en este caso no siempre las subidas de precio tienen correlación con las crisis energéticas, con el mercado de divisas, o con las reglas del libre mercado.
En estos días, y con razón, todos hablamos de la crisis del sector agrario por la desmesurada subida del precio de los carburantes, una subida de precio que el sector no puede repercutir en la venta de los productos y que por tanto supone irremediablemente pérdidas en la cuenta de resultados. Pero siendo grave lo del petróleo, me atrevo a poner al menos a su altura la situación que vivimos por el precio de los fertilizantes. Suponen un coste mayor, que tampoco repercutimos en la venta de los productos, y en este caso no siempre las subidas de precio tienen correlación con las crisis energéticas, con el mercado de divisas, o con las reglas del libre mercado.
Lo grave es precisamente que los fertilizantes tienen precios prohibitivos, debido a que se está operando en régimen de oligopolio, se está impidiendo la libre competencia, y se están llevando a cabo prácticas prohibidas para elevar el precio de forma artificial con el único fin de ganar más dinero todos los que operan en el sector. Esto explica que en España los fertilizantes sean tan caros, y esto explica que aquí haya una floreciente industria que está ganado mucho dinero, cuando fabricar fertilizantes a precios competitivos en países desarrollados es casi tan imposible como hacer rentables las minas de carbón. Pero claro, si con la complicidad del Gobierno la industria nacional maneja el mercado de aquí, el de la importación de países terceros, y llega a acuerdos con fabricantes del resto de países de la Unión para respetarse los mercados, pues pueden permitirse ser ineficientes, vender caro, y ganar más dinero que nunca.
En su día pagamos los agricultores españoles la reconversión de la industria nacional de fertilizantes. Ahora estamos pagando el sostenimiento de unas empresas que con prácticas ilegales y a veces hasta mafiosas están impidiendo el libre mercado y nos colocan los fertilizantes a precios que arruinan nuestras explotaciones. No quiero yo dar aquí cifras, pero si escandalosamente caros hemos pagado los abonos de sementera, los precios de los nitrogenados de primavera van a batir todos los récord, y ello sucederá después de haber regalado el maíz, de haber bajado el precio del cereal de invierno, y de haber dejado las patatas en el campo porque nadie las quiere. ¿Para quién trabajamos?
De esto no sabrá nada la ministra Espinosa, ni los cientos de funcionarios apoltronados de Atocha, pero quien sí lo sabe es el secretario Fernando Moraleda, y no parece que tenga prisa por poner coto a tanto privilegio. Hay cosas que un Gobierno no puede hacer: los presupuestos son limitados, y Europa marca las reglas. Pero hay otras cuestiones en las que se pueden tomar medidas, y hasta son medidas que no cuestan dinero al erario público y a nosotros nos supondrían mucho más que las subvenciones. Si Moraleda no da transparencia al mercado de los fertilizantes, es sencillamente porque ha cambiado de chaqueta y ahora, por muy socialista que se diga, prefiere estar de parte del capital que de parte de los agricultores y ganaderos españoles.
Hace algo más de un año, ASAJA de Burgos cerró una operación en la Europa del Este, que permitía traer el abono mineral hasta un 40 por ciento más barato que el de aquí. El monopolio de distribución de abono en España abortó la operación, y el Ministerio de Agricultura, antes del PP, tan siquiera se limitó a tomar nota. Fue un ejemplo de la quiebra del estado de derecho, y una demostración de que no se puede luchar contra los fuertes si el Estado no te apoya. Lamentable si ahora con el PSOE ocurre lo mismo, que ocurrirá.
Y en toda esta guerra, los agricultores esperamos que nuestras cooperativas, tan unidas en torno a Urcacyl, rompan los monopolios, abran la importación, y consigan que los abonos se paguen por lo que valen. Eso es lo que nos importa, y no que nos vendan el abono, cuando ocurre, unos céntimos de peseta más baratos que en la competencia. Pues bien, estos monstruos de la comercialización que son las cooperativas, lejos de romper los monopolios, se han aliado con Fertiberia y ya son sus distribuidores. Así ganan todos, todos menos los agricultores. Y a Fertiberia se han unido para oponerse el desacoplamiento total de las ayudas de la PAC.
Lo grave es precisamente que los fertilizantes tienen precios prohibitivos, debido a que se está operando en régimen de oligopolio, se está impidiendo la libre competencia, y se están llevando a cabo prácticas prohibidas para elevar el precio de forma artificial con el único fin de ganar más dinero todos los que operan en el sector. Esto explica que en España los fertilizantes sean tan caros, y esto explica que aquí haya una floreciente industria que está ganado mucho dinero, cuando fabricar fertilizantes a precios competitivos en países desarrollados es casi tan imposible como hacer rentables las minas de carbón. Pero claro, si con la complicidad del Gobierno la industria nacional maneja el mercado de aquí, el de la importación de países terceros, y llega a acuerdos con fabricantes del resto de países de la Unión para respetarse los mercados, pues pueden permitirse ser ineficientes, vender caro, y ganar más dinero que nunca.
En su día pagamos los agricultores españoles la reconversión de la industria nacional de fertilizantes. Ahora estamos pagando el sostenimiento de unas empresas que con prácticas ilegales y a veces hasta mafiosas están impidiendo el libre mercado y nos colocan los fertilizantes a precios que arruinan nuestras explotaciones. No quiero yo dar aquí cifras, pero si escandalosamente caros hemos pagado los abonos de sementera, los precios de los nitrogenados de primavera van a batir todos los récord, y ello sucederá después de haber regalado el maíz, de haber bajado el precio del cereal de invierno, y de haber dejado las patatas en el campo porque nadie las quiere. ¿Para quién trabajamos?
De esto no sabrá nada la ministra Espinosa, ni los cientos de funcionarios apoltronados de Atocha, pero quien sí lo sabe es el secretario Fernando Moraleda, y no parece que tenga prisa por poner coto a tanto privilegio. Hay cosas que un Gobierno no puede hacer: los presupuestos son limitados, y Europa marca las reglas. Pero hay otras cuestiones en las que se pueden tomar medidas, y hasta son medidas que no cuestan dinero al erario público y a nosotros nos supondrían mucho más que las subvenciones. Si Moraleda no da transparencia al mercado de los fertilizantes, es sencillamente porque ha cambiado de chaqueta y ahora, por muy socialista que se diga, prefiere estar de parte del capital que de parte de los agricultores y ganaderos españoles.
Hace algo más de un año, ASAJA de Burgos cerró una operación en la Europa del Este, que permitía traer el abono mineral hasta un 40 por ciento más barato que el de aquí. El monopolio de distribución de abono en España abortó la operación, y el Ministerio de Agricultura, antes del PP, tan siquiera se limitó a tomar nota. Fue un ejemplo de la quiebra del estado de derecho, y una demostración de que no se puede luchar contra los fuertes si el Estado no te apoya. Lamentable si ahora con el PSOE ocurre lo mismo, que ocurrirá.
Y en toda esta guerra, los agricultores esperamos que nuestras cooperativas, tan unidas en torno a Urcacyl, rompan los monopolios, abran la importación, y consigan que los abonos se paguen por lo que valen. Eso es lo que nos importa, y no que nos vendan el abono, cuando ocurre, unos céntimos de peseta más baratos que en la competencia. Pues bien, estos monstruos de la comercialización que son las cooperativas, lejos de romper los monopolios, se han aliado con Fertiberia y ya son sus distribuidores. Así ganan todos, todos menos los agricultores. Y a Fertiberia se han unido para oponerse el desacoplamiento total de las ayudas de la PAC.