En los últimos días estamos teniendo conocimiento de las propuestas de populares y socialistas sobre la despoblación de Castilla y León. Siempre nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, y aquí lleva tronando unos cuantos decenios.
En los últimos días estamos teniendo conocimiento de las propuestas de populares y socialistas sobre la despoblación de Castilla y León. Siempre nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, y aquí lleva tronando unos cuantos decenios. Tenemos la comunidad más grande de toda Europa y, a la vez, una de las más despobladas. Las distintas administraciones han dado en los últimos años palos de ciego intentando aportar posibles soluciones a este problema, iniciado en los años sesenta y agudizado en los setenta, con la emigración de los castellanos y leoneses hacia el resto de las comunidades españolas favorecidas por la industrialización, de la que Castilla y León fue privada.
Agricultura y ganadería, industria, servicios. Esas son las tres patas económicas de cualquier sociedad, las que impulsan su actividad y la vida de sus ciudadanos.
Desde hace años vemos cómo nuestras tradicionales industrias poco a poco han ido cerrando sus puertas, desde la minería y sus derivados, a tantas fábricas clásicas de las capitales de provincia que no han podido renovarse para ser competitivas y que, una tras otra, cierran sus puertas, para convertirse en solares y pelotazos urbanísticos en la venta de pisos a precios cada vez más disparatados.
El sector servicios hace los esfuerzos que puede para seguir adelante, con una economía en crisis, y con un elevado coste de impuestos, sumando la amenaza de las grandes multinacionales o las distintas cadenas comerciales que hacen una competencia desleal, que dejan un mínimo espacio para el avance a estos pequeños negocios familiares.
Y queda la agricultura. La nuestra no se parece en nada a la de zonas como el Levante español, con cultivos de huerta y por tanto, muy productivos, y con mucha necesidad de trabajadores. Debido a la altitud de sus tierras y al clima continental con temperaturas extremas y pocas lluvias, Castilla y León tiene cultivos de poco valor, con grandes extensiones trabajadas por potentes maquinarias y escasa mano de obra. Cualquiera que pretenda iniciar una actividad en un pueblo sabe que tendrá todas las dificultades, y ninguna ventaja. A pesar de que se necesita más que nunca que surjan iniciativas en el medio rural, para ponerse en marcha se necesita de la misma burocracia que en las ciudades, e incluso las explotaciones ganaderas ubicadas desde tiempos atrás, reclaman desde hace años una solución para regularizar su actividad, siendo ignoradas por los políticos.
La política agraria comunitaria en cada reforma aplica más condicionantes burocráticos y más prohibiciones a la hora de hacer las labores agrícolas y ganaderas, y paralelamente, más recortes económicos, como la modulación, el artículo 69, correcciones financieras o disciplinas económicas. Y si la situación es preocupante en estos momentos, se irá agravando cada vez más con motivo de las distintas políticas europeas y nacionales. Castilla y León deja de ser objetivo 1, y por lo tanto, mucho del dinero que viene desde Europa, desaparecerá.
Con este panorama tenemos a Castilla y León vacía y envejecida, y sin un futuro digno para los pocos jóvenes que hoy buscan un puesto de trabajo para sacar adelante una familia. Nuestros pueblos pequeños y sin servicios no tienen vida, están despoblados y los pocos ciudadanos que permanecen en ellos tienen una edad muy avanzada. Pesan demasiado condicionantes negativos, como las mayores distancias y difíciles comunicaciones, peores condiciones educativas, falta de infraestructuras médicas y sociales, de servicios como farmacias, tiendas, talleres, centros de ocio, etc.
Con estas condiciones no es raro que quien inicia su vida familiar y laboral busque lugares más propicios y menos deprimidos. Parece que nuestros políticos no tienen soluciones para los castellanos y leoneses residentes en el medio rural, pero sí para que vayan otros; y yo me pregunto, si las condiciones de vida son malas para los de siempre, ¿cómo serán para los nuevos, malas o peores? De hecho, tenemos comprobado que muchos inmigrantes, cuando pasan el periodo de legalización y por lo tanto tienen los papeles, dejan la actividad agroganadera para irse a la ciudad. Pese a lo que cuentan, no es nada fácil fijar nuevos vecinos en nuestros pueblos, menos cuando no existen raíces.
Ante la magnitud del problema, el PSOE propone 125 medidas y el PP 143
para mejorar el mundo rural de Castilla y León, y conseguir ver corretear de nuevo a los niños y jóvenes por los pueblos de nuestra comunidad; y desde ASAJA, nada desearíamos más que unos y otros tuvieran éxito.
De todas estas medidas, la que más eco ha tenido en la prensa ha sido la realizada en Zamora por el secretario regional del PSOE, Ángel Villalba, que propone repoblar el medio rural con funcionarios “sin ocupación real”. Como presidente de ASAJA me pregunto: ¿serán muchos los funcionarios de Castilla y León sin ocupación real? ¿Será real que los funcionarios no tienen ocupación? ¿Es real que los políticos son funcionarios sin ocupación? ¿Querrá decir el señor Villalba que con la paridad de su partido, el PSOE, en futuras listas a las elecciones el 50 por ciento de los representantes serán del medio rural que tengan su actividad y vivan en él?
Señores políticos, den soluciones con ideas claras y con más presupuesto y no hagan demagogia y propaganda electoral para conseguir un puñado de los pocos votos que existen en el medio rural de Castilla y León.
Agricultura y ganadería, industria, servicios. Esas son las tres patas económicas de cualquier sociedad, las que impulsan su actividad y la vida de sus ciudadanos.
Desde hace años vemos cómo nuestras tradicionales industrias poco a poco han ido cerrando sus puertas, desde la minería y sus derivados, a tantas fábricas clásicas de las capitales de provincia que no han podido renovarse para ser competitivas y que, una tras otra, cierran sus puertas, para convertirse en solares y pelotazos urbanísticos en la venta de pisos a precios cada vez más disparatados.
El sector servicios hace los esfuerzos que puede para seguir adelante, con una economía en crisis, y con un elevado coste de impuestos, sumando la amenaza de las grandes multinacionales o las distintas cadenas comerciales que hacen una competencia desleal, que dejan un mínimo espacio para el avance a estos pequeños negocios familiares.
Y queda la agricultura. La nuestra no se parece en nada a la de zonas como el Levante español, con cultivos de huerta y por tanto, muy productivos, y con mucha necesidad de trabajadores. Debido a la altitud de sus tierras y al clima continental con temperaturas extremas y pocas lluvias, Castilla y León tiene cultivos de poco valor, con grandes extensiones trabajadas por potentes maquinarias y escasa mano de obra. Cualquiera que pretenda iniciar una actividad en un pueblo sabe que tendrá todas las dificultades, y ninguna ventaja. A pesar de que se necesita más que nunca que surjan iniciativas en el medio rural, para ponerse en marcha se necesita de la misma burocracia que en las ciudades, e incluso las explotaciones ganaderas ubicadas desde tiempos atrás, reclaman desde hace años una solución para regularizar su actividad, siendo ignoradas por los políticos.
La política agraria comunitaria en cada reforma aplica más condicionantes burocráticos y más prohibiciones a la hora de hacer las labores agrícolas y ganaderas, y paralelamente, más recortes económicos, como la modulación, el artículo 69, correcciones financieras o disciplinas económicas. Y si la situación es preocupante en estos momentos, se irá agravando cada vez más con motivo de las distintas políticas europeas y nacionales. Castilla y León deja de ser objetivo 1, y por lo tanto, mucho del dinero que viene desde Europa, desaparecerá.
Con este panorama tenemos a Castilla y León vacía y envejecida, y sin un futuro digno para los pocos jóvenes que hoy buscan un puesto de trabajo para sacar adelante una familia. Nuestros pueblos pequeños y sin servicios no tienen vida, están despoblados y los pocos ciudadanos que permanecen en ellos tienen una edad muy avanzada. Pesan demasiado condicionantes negativos, como las mayores distancias y difíciles comunicaciones, peores condiciones educativas, falta de infraestructuras médicas y sociales, de servicios como farmacias, tiendas, talleres, centros de ocio, etc.
Con estas condiciones no es raro que quien inicia su vida familiar y laboral busque lugares más propicios y menos deprimidos. Parece que nuestros políticos no tienen soluciones para los castellanos y leoneses residentes en el medio rural, pero sí para que vayan otros; y yo me pregunto, si las condiciones de vida son malas para los de siempre, ¿cómo serán para los nuevos, malas o peores? De hecho, tenemos comprobado que muchos inmigrantes, cuando pasan el periodo de legalización y por lo tanto tienen los papeles, dejan la actividad agroganadera para irse a la ciudad. Pese a lo que cuentan, no es nada fácil fijar nuevos vecinos en nuestros pueblos, menos cuando no existen raíces.
Ante la magnitud del problema, el PSOE propone 125 medidas y el PP 143
para mejorar el mundo rural de Castilla y León, y conseguir ver corretear de nuevo a los niños y jóvenes por los pueblos de nuestra comunidad; y desde ASAJA, nada desearíamos más que unos y otros tuvieran éxito.
De todas estas medidas, la que más eco ha tenido en la prensa ha sido la realizada en Zamora por el secretario regional del PSOE, Ángel Villalba, que propone repoblar el medio rural con funcionarios “sin ocupación real”. Como presidente de ASAJA me pregunto: ¿serán muchos los funcionarios de Castilla y León sin ocupación real? ¿Será real que los funcionarios no tienen ocupación? ¿Es real que los políticos son funcionarios sin ocupación? ¿Querrá decir el señor Villalba que con la paridad de su partido, el PSOE, en futuras listas a las elecciones el 50 por ciento de los representantes serán del medio rural que tengan su actividad y vivan en él?
Señores políticos, den soluciones con ideas claras y con más presupuesto y no hagan demagogia y propaganda electoral para conseguir un puñado de los pocos votos que existen en el medio rural de Castilla y León.
Donaciano Dujo