ASAJA ha pedido recientemente que se cese de forma fulminante al director general de Producción Agropecuaria de la Junta, Baudilio Fernández-Mardomingo, y lo ha hecho con razones de peso y después de soportar durante meses su gestión en política agraria, nefasta se mire por donde se mire.
El equipo del consejero, y salvo honrosas excepciones, es incapaz de gestionar la política agraria en el marco de sus competencias, es incapaz de mantener unas relaciones normales con el sector, y es más incapaz todavía de dar satisfacciones políticas al Gobierno y al partido político al que se deben. Es más, lo que dan es sustos y disgustos políticos que Valín trata de aplacar, ya que muchos del equipo, en vez de cubrir las espaldas al jefe, le tiran de la chaqueta para que éste les saque las castañas del fuego al mínimo problema que surge, cuando debería de ser justo lo contrario, y si no que miren a ver lo que pasa en el ministerio de Agricultura. Asumimos gustosos al presidente que hemos elegido todos los castellanos y leoneses, asumimos –unos con más entusiasmo que otros– la continuidad de un consejero al que nadie cuestiona su valía pero quizás le deberían de haber acomodado en otra consejería, pero tenemos el derecho a negarnos a respaldar la gestión de determinados altos cargos que ni por méritos propios ni por perfil político se tienen ganado el puesto, y que a estas alturas de legislatura el tiempo ha demostrado que cuanto antes se les cese mejor les irá a los agricultores y ganaderos de la región. Queremos pensar que nada les debe el consejero, y menos el Partido Popular, más bien será al contrario.
Es verdad que cuando se pide el cese o dimisión de un alto cargo, automáticamente se le perpetúa en el mismo al menos hasta el final de legislatura, máxime ahora cuando no se le puede dar una patada para arriba u ofrecerle la pera envenenada de la CHD, pues en Madrid ahora mandan otros. Pero si José Valín sigue haciendo bueno lo de no cesar a alguien si desde fuera se lo piden, será él quien tenga que asumir toda la gestión y ser blanco de todas las críticas, absolutamente de todas, incluidas las de cuestiones más domésticas, y es probable que nadie se lo agradezca nunca.
El Gobierno de la nación, con la ministra Espinosa de florero, es un puro desatino en materia agrícola y ganadera, al menos para Castilla y León. Basta recordar el Plan Lácteo, la aplicación de la PAC con los recortes del artículo 69, las escasas medidas de apoyo por la sequía, la falta de respuesta a la subida de los carburantes y abonos, el rumbo en la negociación de la OCM del azúcar, la política hidráulica, la inminente desaparición de la Seguridad Social Agraria, y quizás lo peor falte por llegar con políticas como las que pueda contemplar la prometida ley de desarrollo rural ahora en ciernes. Y en medio de este panorama, los agricultores y ganaderos, y por extensión las organizaciones agrarias, con quien están cabreados es con el consejero y con su política agraria: jubilaciones anticipadas, planes de mejora, ayudas agroambientales, Sigpac, arbitrarios controles, brucelosis, sanciones, pagos retrasados, concentraciones parcelarias, regadíos, burocracia a raudales, desatención en las oficinas públicas, y un largo etcétera, que enturbian la gestión del Gobierno regional. Con esto nos podemos encontrar en los próximos meses apuntando mayoritariamente al departamento de Valín, mientras nos sigue metiendo la mano en el bolsillo el señor Moraleda.
Después de los meses de verano, Herrera y su consejero Valín pueden tomar las decisiones que quieran, y quizás no cesen a Baudilio Fernández-Mardomingo ni remodelen un equipo caduco. Políticamente en ASAJA nos da lo mismo, y quizás quien sí se lo agradezca sea Villalba, pero desde el punto de vista de los intereses que representamos, no estamos dispuestos a que el futuro de los agricultores y ganaderos de Castilla y León esté en manos inadecuadas.
José Antonio Turrado. Secretario Gral. ASAJA Castilla y León