Será muy difícil de entender por las bases de las cooperativas, que a la postre son las mismas que las de las organizaciones profesionales agrarias, que quienes han defendido la participación en todos los foros de discusión de la política agraria ahora se autoexcluyan en la negociación del gasóleo.
No seré yo quien busque argumentos que justifiquen la presencia de las cooperativas en las negociaciones de la política agraria para cuestiones que no sean la comercialización y transformación de los productos. Han sido las cooperativas, y muy particularmente Urcacyl, quienes llevan años buscando el protagonismo sindical, sentándose en todas las mesas de negociación en las que se discute la política agraria y asumiendo el papel de una cuarta organización profesional. Esto hasta el punto de forzar al consejero de Agricultura de Castilla y León, José Valín, para que les hiciese un hueco en el Consejo Regional Agrario, situación que motivó el cese de todos los consejeros de ASAJA y en la práctica la desaparición de dicho órgano de interlocución.
Será muy difícil de entender por las bases de las cooperativas, que a la postre son las mismas que las de las organizaciones profesionales agrarias, que quienes han defendido la participación en todos los foros de discusión de la política agraria ahora se autoexcluyan en la negociación del gasóleo. Si algún problema importante ha tenido el sector en los últimos años, cuya competencia en la resolución es del Gobierno central, es el problema de los altos precios de “inputs” como el gasóleo y los fertilizantes. Nadie debería de saberlo mejor que las propias cooperativas, aunque nada más sea porque tienen una importante cuota de mercado en la venta de estos medios de producción a los agricultores cooperativistas. Nadie mejor que las cooperativas para conocer los entresijos del mercado de carburantes y fertilizantes donde opera un auténtico oligopolio que hace que en la práctica no funcionen las reglas del libre mercado, recayendo las consecuencias en el agricultor y ganadero como consumidor final.
Las cooperativas, a través de su Confederación Nacional, se arrogan del derecho a estar por encima del mal y del bien y a no participar en una negociación en la que es difícil compatibilizar los intereses del Gobierno con los de los agricultores representados. Desde el sector tenemos que decirles que no compartimos su postura, que nos parece del todo egoísta e insolidaria y que, lo vistan como lo vistan, es simple y llanamente dar la espalda al sector que dicen representar cuando éste más necesita de apoyos y de organizaciones que den la cara por el. Escapar en los momentos difíciles es propio de cobardes.
Las cooperativas, y particularmente Urcacyl, se habían creído que esto del sindicalismo agrario consistía en salir en las televisiones de vez en cuando y en asistir a reuniones con las administraciones en despachos de alfombra roja donde te sirven café en tazas de Sargadelos. Pero la realidad es muy distinta. El sindicalismo agrario tiene más sinsabores que momentos de gloria. La presión de las bases exigiendo medidas de política agraria, siempre difíciles de conseguir, no las aguanta cualquiera durante mucho tiempo. La postura de firmeza e independencia frente a los poderes públicos no está al alcance de todos. Trabajar con coherencia y por principios tampoco parece estar incluido en el sueldo de algunos. Por todo esto, a la hora de la verdad, las cooperativas han querido salirse de un papel que quizás no le corresponda, y para el que con toda seguridad sus dirigentes no dan la talla.
Respetando su postura, cabe esperar que la retirada sea de todo lo relacionado con el papel de las organizaciones agrarias, y cabe esperar que a partir de ahora se dediquen a lo que siempre debieron dedicarse: transformar y comercializar los productos agrícolas y ganaderos reportando valor añadido a los socios cooperativistas. Y uno no quiere pensar que en esto del gasóleo y fertilizantes, hayan abandonado la mesa de negociación porque quieran estar del lado de los verdugos: los que ganan más cuanto más caro se vende el gasóleo y los fertilizantes.
José Antonio Turrado. Secretario Gral. ASAJA de Castilla y León