El papel de ASAJA, como organización que ha ganado las elecciones a nivel de Castilla y León, es el de afrontar los nuevos tiempos con una postura crítica que desde la independencia reclame apoyos para tener un sector moderno y competitivo.
José Antonio Turrado. Secretario Gral. de ASAJA de Castilla y León
Acabamos de salir de unas elecciones agrarias en las que, por el simple hecho de pedir el voto, las organizaciones agrarias nos hemos visto obligadas a recordar que no somos la causa de los males, que quienes toman decisiones de gobierno, quienes escriben en el Boletín Oficial, son los políticos que se presentan a las elecciones, y es a ellos a los que le hay que exigir que gobiernen con eficacia y justicia.
Y esa es precisamente la labor, el papel, de las propias organizaciones agrarias: ser portavoces de los agricultores y ganaderos en las legítimas reivindicaciones, y es por eso, y no por otras cosas, por las que se nos ha de juzgar y dar o no la confianza ante procesos electorales como el que tuvo lugar el 2 de diciembre. Porque los tiempos vienen francamente malos para un sector que dependía en gran medida de los apoyos públicos y que ahora, que siguen siendo necesarios, no llegan por falta de disponibilidades presupuestarias de las distintas administraciones, o por falta de voluntad política, pero en ningún caso se puede perder el horizonte y despacharse con esa frase de bar de pueblo de que “los sindicatos no hacen nada”.
Porque no es verdad que en el sindicalismo agrario se haga dejación de funciones, entre otras razones porque en estas organizaciones hay socios que pagan la cuota y exigen, pero a la vez hay dirigentes y trabajadores muy comprometidos con el sector, y por si fuera poco, existe una competencia feroz entre organizaciones que hace que quien se duerma se quede aparcado en la cuneta sin reconocimiento social y sin capacidad alguna de influir en las decisiones políticas.
El papel de ASAJA, como organización que ha ganado las elecciones a nivel de Castilla y León, es el de afrontar los nuevos tiempos con una postura crítica que desde la independencia reclame apoyos para tener un sector moderno y competitivo, que responda a las exigencias de la sociedad de alimentos saludables a precios asequibles, y una postura de reclamar permanentemente a la industria agroalimentaria y a la gran distribución una justa remuneración en los productos que vendemos. No podemos convertirnos en una organización pensada para satisfacer a los que están permanentemente cabreados, en muchos casos cabreados con ellos mismos, sino en una organización seria que dé satisfacciones a quienes reivindican un papel digno en esta sociedad, a quienes reivindican que se premie el trabajo y el esfuerzo, a quienes reivindican un papel relevante para quienes producen alimentos y cuidan el medio rural. En definitiva, una organización que responda a lo que se espera de ella por parte de las explotaciones familiares agrarias y de los jóvenes agricultores que, antes de llamar a otras puertas, se han esforzado en ser los mejores en su profesión.
Y no hace falta salir de un proceso electoral para saber que los socios nos exigen que le demos servicios de calidad, y a poder ser que no cuesten dinero o que al menos sean económicamente asequibles. También en este aspecto ASAJA trabajará para que, a pesar de la falta de apoyos públicos que de una forma u otra veníamos recibiendo las organizaciones, no merme la calidad de los servicios que venimos prestando en materias como la tramitación de las ayudas, la información, el asesoramiento técnico, la formación, los servicios fiscales o los seguros agrarios, por poner algunos ejemplos. Estoy seguro que en esta nueva etapa, por difícil que sea, seguirá habiendo una gran complicidad ente ASAJA y su amplia base social que garantizará la mejor defensa del sector y que seguiremos siendo, en este sentido, la envidia de otros colectivos que siendo más pudientes están peor organizados.