Para ASAJA, como organización de agricultores y ganaderos, esta apuesta de los jóvenes por el sector es un motivo de orgullo. Y pienso que también debería serlo para el resto de la sociedad.
En unos momentos de crisis profunda para nuestro país, con ese dramático dato del 26 por ciento de desempleo, con la mitad de los jóvenes sin más perspectiva laboral que marcharse al extranjero después de invertir tantos años en su formación, es un orgullo para los que amamos el campo poder decir que este año se incorporarán un millar de jóvenes –casi trescientos de ellos, mujeres– de Castilla y León a la actividad agrícola y ganadera. Es cierto que todavía son más los que abandonan que los que se quedan en el sector, pero la cifra de 2013 duplica a la de los últimos años, estabilizada en las 500 incorporaciones, por lo que supone un cambio de tendencia muy importante.
Desde que llevo en el sector, casi treinta años ya, nos lamentábamos de un hecho que pensábamos que era inevitable. El sector cada vez estaba más envejecido, y sólo se nutría de hombres y mujeres que quizás no tuvieron otra posibilidad que la de permanecer en el campo. Sin embargo, los chicos y chicas que ahora llegan han estudiado y vivido fuera de sus pueblos, e incluso han probado a trabajar en otros sectores. Y después del conocimiento que da la experiencia, han valorado que la mejor salida la tenían en su propia casa. El sector agroganadero, sin ser perfecto, porque aquí no hay pelotazos ni posibilidades de vivir a lo grande sin dar un palo al agua, es un sector que no engaña a nadie. Hace falta trabajar, hace falta arriesgarse, pero ofrece una salida digna para tener un trabajo estable y cimentar sobre él una vida y una familia. Tener, en resumidas cuentas, un proyecto de futuro.
Para ASAJA, como organización de agricultores y ganaderos, esta apuesta de los jóvenes por el sector es un motivo de orgullo. Pero pienso que también debería serlo para el resto de la sociedad. Los profesionales del campo cumplen dos funciones fundamentales para que nuestra tierra vaya para adelante: primero, producir alimentos, buenos alimentos para todos; segundo, dar vida al entorno rural y natural, tan necesitado en estos momentos de población, en especial de familias jóvenes. Detrás de cada nuevo agricultor y ganadero hay futuro para la región, y creo que esto debería ser tenido en cuenta no sólo por la Consejería de Agricultura y Ganadería, sino por todos la Junta en su conjunto y, por extensión, por los responsables políticos nacionales y europeos.
Hace pocos días, tuvimos la idea de sentar en la misma mesa a Silvia Clemente, consejera de Agricultura y Ganadería, con una docena de chicos y chicas jóvenes, representativos de todas las provincias y sectores, que están incorporándose estos meses al campo. Compartiendo un cocido, estos jóvenes exponían sus preocupaciones y también sus ilusiones ante este camino que emprenden. Se les ve con ganas de trabajar, buenas ideas y comprometidos con la profesión. Desde ASAJA, yo les pedía también que fueran ambiciosos, no sólo en lo referente a su explotación, sino también en su compromiso para, entre todos, tirar del carro. Les pedía que no temieran formar parte de los órganos de decisión de las organizaciones, de las cooperativas, de las asociaciones, de las juntas vecinales, de los ayuntamientos rurales, hoy tan entredicho sin ninguna justificación económica ni social, porque su principal vocación es solucionar los problemas de todos. Lecciones técnicas de agricultura y ganadería no les di ninguna, porque su formación es muy alta y todo lo más me darían alguna lección a mí; y no digamos en nuevas tecnologías, que manejan con destreza.
Estos chicas y chicos no viven en una burbuja y, como no podía ser de otra forma, están preocupados la situación de crisis que vive su país; pero a la vez tienen la fuerza y el optimismo necesario para salir adelante. Ese camino que se les abre por delante, que tendrá dificultades y escollos, tiene también el atractivo de lo que se recorre por primera vez, sin amarguras ni resabios. Y ASAJA tiene que estar al cien por cien con estas nuevas generaciones y estas nuevas formas de trabajar y entender la agricultura y la ganadería. No sólo porque llevemos a “jóvenes agricultores” en nuestro mismo nombre, sino porque en ellos está la energía y el futuro del campo de Castilla y León. Ni fue esta comida nuestro primer acto con jóvenes –ahí está la gran convención de 2011, y la exposición de fotografías de 2012– ni será el último. Y el próximo se celebrará bien pronto, porque en mayo queremos reunir a todos los jóvenes que se han incorporado estos meses a la actividad agrícola y ganadera con ASAJA.