Decía el lema de nuestra convención, “Todo el campo por delante”. Y es así. Estos jóvenes que hoy comienzan tienen todo el campo por delante, un campo con problemas y escollos –esos los trae de serie la vida– pero también un campo lleno de posibilidades.
Entre todos los actos que cada año se programan desde ASAJA, los que siempre dejan más satisfechos a todos, tanto a nosotros como organizadores como a los ponentes que participan, son los que logran llenar un auditorio de chavales que comienzan en la profesión. Siempre la juventud transmite energía y vitalidad, ganas de hacer las cosas mejor, con todas las ganas y con la mayor profesionalidad. Además, esos jóvenes son la prueba de que la agricultura y la ganadería, el sector que amamos y por el trabajamos, va a tener una continuidad; son la prueba de que la lucha de nuestros antepasados y la nuestra propia merece la pena.
Sí, nunca hemos dudado en ASAJA que el campo tiene futuro, y menos aún lo dudamos en este siglo XXI, en el que el sector primario se consolida como una apuesta empresarial clave para nuestra economía. El camino que espera a estos jóvenes que acudieron a la Convención del pasado 17 de mayo no es un camino fácil. Hablando con ellos, en estos momentos lo que más les preocupa es cuándo se resuelve su expediente de incorporación, cuándo se aclaran los derechos de producción, qué día llegará por fin la ayuda. Los que llevamos ya años en la profesión sabemos que esos son los ajustes del arranque, de poner en marcha tu explotación, y que a esos problemas iniciales se sucederán otros que con ilusión, ganas y también mucha paciencia tienes que ir superando a lo largo de los años, siempre con los pies en el suelo y con la mirada pendiente del cielo.
Estos chicas y chicas, el día de mañana se plantearán cómo deben dimensionar su explotación para que sea viable, echarán el ojo a fincas para incrementar su agricultura, e incluso tendrán que pelearse para lograr pagar por esos arrendamientos lo que de verdad es justo. Deberán hacer frente a inversiones en maquinaria, en construcciones, en naves ganaderas, en genética… Y sobre todo vivirán con la incertidumbre de si lograrán vender lo que producen a un buen precio, lo que no es fácil, porque las cooperativas en muchos pueblos de nuestra tierra no ha llegado, y en ocasiones donde llegan no son lo suficientemente potentes como para garantizar un precio más rentable. Y se darán cuenta de que si quieren lograr un entramado de comercialización potente son ellos mismos los que tienen que involucrarse en que esas estructuras funcionen y consigan así retener el mayor valor añadido.
Pero no sólo serán los problemas profesionales, que pueden irse limando con la experiencia y la formación. Hay un hecho que está ahí, y que afecta al día a día de esta nueva generación de agricultores y ganaderos. Porque en muchos de nuestros pequeños, a veces pequeñísimos pueblos, no es fácil encontrar una pareja para crear una familia. Y si la tienes, tampoco es sencillo ofrecer a tus hijos las oportunidades educativas, sanitarias y sociales que tendrían en los grandes núcleos de población.
El pasado 17 de mayo eran muchos los chicos y chicas, agricultores y ganaderos de todas las provincias de Castilla y León, los que llenaron el auditorio. Al día siguiente, volvían a su vida normal, a sus pueblos de origen, a las tareas de la explotación, en un entorno en el que tal vez sean los únicos o casi los únicos jóvenes en la profesión. Creo que una tarea importante de ASAJA es lograr transmitirles que no están solos en el camino que han emprendido. Tienen que sentir que el equipo de nuestras organizaciones, técnico y sindical, está muy cerca de ellos, que pueden dirigirse a ASAJA para cualquier cosa que necesiten. Para saber cómo va su ayuda, por supuesto, pero también para intercambiar información, para actualizar su formación, para contactar con otros jóvenes que piensen como ellos y con los que comparten problemas e inquietudes muy similares. Con las aportaciones de estos jóvenes iremos diseñando la ASAJA del siglo XXI, porque nuestra organización está en continua renovación: poco se parecen hoy nuestros servicios a los que se ofrecían en los años ochenta, y necesariamente seguirán adaptándose a lo que demande el sector en las próximas décadas.
Decía el lema de nuestra convención, “Todo el campo por delante”. Y es así. Estos jóvenes que hoy comienzan tienen todo el campo por delante, un campo con problemas y escollos –esos los trae de serie la vida– pero también un campo lleno de posibilidades. El otro día salía en todas las televisiones y periódicos que un establecimiento español recibía el título de mejor restaurante del mundo, y sus propietarios declaraban que “para ser el mejor, hay que tener los mejores productos para elaborar”. Pues sí, en nuestra tierra tenemos los mejores productos, y detrás de ellos tienen que estar los mejores agricultores y ganaderos.