A sólo 34 kilómetros de Segovia se encuentra un pequeño municipio donde conviven 133 habitantes. Bercial es un pueblo de los de siempre, que un día recibió la noticia de que una de las imágenes que decora su iglesia de San Juan y San Pablo abandonaría por unos meses su altar, con el fin de formar parte de la exposición Las Edades del Hombre.
A sólo 34 kilómetros de Segovia se encuentra un pequeño municipio donde conviven 133 habitantes. Bercial es un pueblo de los de siempre, que un día recibió la noticia de que una de las imágenes que decora su iglesia de San Juan y San Pablo abandonaría por unos meses su altar, con el fin de formar parte de la exposición Las Edades del Hombre. Su Señora de Parraces ya gozaba de gran reconocimiento a pesar de que sus habitantes no sean grandes eminencias en arte o historia, y se dediquen en su mayoría a la agricultura. Se trata de una joya del románico español, una talla de madera policromada del Siglo XII.
Las más de 300 piezas que acompañan a la Virgen de El Bercial en Segovia, donde se celebra la undécima edición de Las Edades del Hombre, son seleccionadas de entre otras 2.000, y en ocasiones hasta 2.500 obras de la región. Antonio Meléndez, comisario de la muestra, es el encargado de llevar a cabo este proceso, que consta de cuatro pasos. En un primer momento, el propio Meléndez estudia los inventarios del Obispado. A partir de estas listas y acompañado por un ayudante, viaja en coche hasta los lugares donde se encuentran las obras, las fotografía, y toma notas a cerca de su estilo, procedencia, autor, etcétera. El siguiente paso es la posible restauración, de cuyos costes se encarga la Junta de Castilla y León. Por último, un Comité de Selección, constituido por cinco catedráticos de Historia de la Universidad de Valladolid, elige las imágenes que entrarán a formar parte de la muestra, a partir de las fichas elaboradas por el comisario. De todas las obras, tienen preferencia las que pertenezcan a pueblos pequeños, ya que son más desconocidas.
En ocasiones Meléndez ha visitado municipios en los que su párroco desconocía la existencia de la obra que buscaba. Este es el caso de un pequeño pueblo que escondía en uno de los cuartos de su parroquia un Calvario datado entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Anecdóticamente, esta talla de madera policromada ha pasado del mayor de los anonimatos a ser una de las obras más elogiadas por el público que visita la exposición El Árbol de la vida, título de la última edición de Las Edades.
Cuando finaliza la muestra, todas las obras son devueltas a sus lugares de origen. La razón la explica Meléndez: “el tenerlas en la muestra las revaloriza artísticamente, pero el mejor sitio donde se las pueden encontrar los devotos es el lugar de culto primitivo”.
Alrededor del 90 por ciento de las obras expuestas pertenecen a diócesis de municipios de menos de 500 habitantes; esto es reflejo del despoblamiento que acompaña a la historia de Castilla y León. En el pasado cada pueblo ejercía una influencia, y como tal albergaban en sus templos verdaderas obras de arte. Tal como explicaba el Rey Don Juan Carlos en su visita a la exposición segoviana, la labor de esta organización “sirve para poner en valor la riqueza patrimonial que encierran los pequeños pueblos de la región”.