El aislamiento y el envejecimiento de la población son dos de los principales problemas de la sanidad rural.
Tudela de Duero es uno de tantos pueblos con centro de salud, que dirige y abastece sanitariamente a nueve municipios de su entorno. Sus médicos se enfrentan casi cada día a una ruta que en ocasiones alcanza hasta unos 30 kilómetros para atender las consultas de las localidades más próximas, una manifestación más del aislamiento que caracteriza al entorno rural.
Santiago Álvarez es uno de los diez médicos que trabajan en este centro de atención primaria vallisoletano, donde también ejercen su profesión un total de siete enfermeras y una matrona. Su propia experiencia le ha hecho comprobar que el medio rural sufre un proceso agudo de despoblación y envejecimiento. Dicha trayectoria acentúa las enfermedades de sus pacientes, ya que suelen tener una complicación mayor a la hora de su curación y, de manera simultánea, tienden a convertirse en problemas crónicos. Así, en el medio rural son comunes las enfermedades vinculadas con el aparato respiratorio, como las anginas de pecho o infartos de miocardio, y con el aparato locomotor, como la artritis o la artrosis.
El desplazamiento en vehículo propiedad del sanitario es uno de los problemas de los profesionales que ejercen la medicina en el ámbito rural, ya que se tienen que trasladar a numerosos pueblos vecinos. Los médicos, enfermeros y el resto del personal sanitario tienen que pasar consulta en municipios separados de su centro de salud en un diámetro de distancia considerable. Esto supone una dificultad no sólo para el paciente, quien en caso de urgencia no goza de atención inmediata, sino también para los responsables médicos, ya que aumenta su riesgo laboral en las carreteras. Otra de las quejas que surgen de estos trabajadores se refiere a las guardias, que según la Sociedad Española de Medicina Rural y Generalista no están bien pagadas, aunque la Gerencia Regional de Salud de la comunidad asegura que están trabajado en este sentido para tramitar el abono de los kilómetros reales, y estudian posibilidad de establecer un fondo de compensación para casos de accidentes.
A pesar de estos problemas, los sanitarios que integran esta asociación afirman estar conformes y contentos con su especialidad, ya que ofrece un mayor trato personal, que generalmente desemboca en un vínculo de familiaridad entre el paciente y el doctor. Esto es así porque la consulta en los pequeños municipios está menos masificada y el trato es más individualizado en comparación con los centros urbanos.
Esta opinión es compartida por pacientes como Donato Ramos y su mujer, Julia, vecinos de un pequeño pueblo vallisoletano. La salud de Donato es excelente, ya que a sus 80 años dice no haber padecido ninguna enfermedad, a excepción de los típicos catarros invernales. Sin embargo, su mujer sí que ha tenido algunos problemas, y ha requerido de la atención de especialistas, lo que les ha obligado a trasladarse a Tordesillas y Valladolid. Están contentos con todos los doctores pero, como puntualizan, “con el de nuestro pueblo nos sentimos más cómodos, porque nos da más confianza”.
Este matrimonio se queja de los traslados que tiene que realizar en caso de enfermedad. Normalmente viajan el un autobús de cercanías, puesto que el horario laboral de sus hijos les impide acompañarlos. Existe únicamente autobús de ida a la capital a las 8:30 de la mañana, por lo que para esta pareja vallisoletana aumenta, aún más, el tiempo de espera de su cita. “Son viajes que acarrean muchos gastos, que en ocasiones nos cuesta afrontar porque las pensiones son muy bajas”, dicen.
Las distancias son quizás, el mayor problema para los usuarios que residen en los pueblos. Sobre todo, cuando el tiempo es un factor fundamental, en las urgencias sanitarias. Prevenir una parte importante de ellas, las derivadas de los problemas cardiológicos, la Administración ha puesto en marcha un proyecto. Se trata de un plan innovador que pretende que más de la mitad de los habitantes de las zonas rurales (un total de 730.000 personas) no tengan que desplazarse a los centros urbanos para someterse a pruebas coronarias.
Es un paso más para conseguir que todos los ciudadanos cuenten con la misma, o al menos similar, atención sanitaria, algo muy complicado en una región tan extensa y poco poblada. Porque detrás de todos estos problemas está, una vez más, el dinero: no es rentable mantener un servicio para pocos usuarios, usuarios que, sin embargo, tienen los mismos derechos que los que viven en las ciudades. El apoyo de la Administración es la clave para superar esta falta de rentabilidad.