Sin jóvenes no necesitaríamos ni ministerio, ni consejería, ni organizaciones agrarias, ni tampoco, lo que es mucho peor, tendríamos agricultura y ganadería. No es, pues, una moda, es una necesidad elemental para la sociedad.
Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León
Esta misma semana la vallisoletana Isabel García Tejerina, comentaba que el ministerio que dirige se ha fijado como objetivo incorporar en este periodo de la PAC, hasta el 2020, que 15.000 jóvenes se incorporen a la actividad agrícola y ganadera en España. Pienso que no es un reto inalcanzable, si tenemos en cuenta que en los últimos años en Castilla y León se han incorporado 1.000 jóvenes cada año, de los cuales más del 30 por ciento son mujeres. Y más aún si tenemos en cuenta que las condiciones presupuestarias que se marcan para estas incorporaciones en este nuevo periodo PAC son muy ventajosas respecto a las que había anteriormente.
A partir de ahora, los que accedan al sector van a recibir ayudas por dos vías. La primera y más importante es la ayuda a la incorporación, derivada del Programa de Desarrollo Rural, que ya existía en el periodo anterior, pero que ahora es más alta, pudiendo alcanzar en algunos casos hasta los 70.000 euros por joven incorporado, una cantidad muy importante. La segunda vía de apoyo, y esta es totalmente nueva, procede del primer pilar de la Política Agrícola Común; de los mismos fondos que financian la PAC se ha detraído un 2 por ciento para que estos nuevos agricultores reciban un incremento sobre la ayuda habitual por hectárea. Esto supone casi cien millones sobre la totalidad del presupuesto español. Es una partida notable, que implica el esfuerzo de del resto de agricultores y ganaderos, para apostar por la renovación del campo y propiciar ese impulso del recambio generacional, en detrimento de otras líneas también importantes y que se han visto mermadas. Por ello, las administraciones y especialmente estos jóvenes tienen que ser conscientes de que esas ayudas, que confiemos en que lleguen con el menor retraso posible a sus bolsillos –y ASAJA reivindicará que así sea– no es dinero a fondo perdido que se les de alegremente, limitándose a cubrir el expediente, sino un dinero que la sociedad y el sector les entrega a cambio de su compromiso para trabajar duro y crear una empresa agroganadera con futuro.
Creo en el campo y creo que no puede ser un titular más que la ministra o la consejera hablen del compromiso de las administraciones con el rejuvenecimiento del campo. Sin jóvenes no necesitaríamos ni ministerio, ni consejería, ni organizaciones agrarias, ni tampoco, lo que es mucho peor, tendríamos agricultura y ganadería. No es, pues, una moda, es una necesidad elemental para la sociedad. En Castilla y León hicimos ya hace unos años nuestra apuesta, organizando ASAJA un gran congreso en el que se reunieron un millar de chicos y chicas, muchos de ellos hoy con explotaciones bien dimensionadas, tecnificadas, orientadas a los nuevos mercados. Llevamos los “jóvenes agricultores” en nuestras siglas, y de nuevo fortaleceremos ese compromiso en próximas fechas, en el mes de noviembre, con un gran encuentro nacional centrado en los jóvenes del sector. En un joven hay energía, optimismo, decisión, iniciativa y ganas de trabajar; es obligación de las administraciones y también de ASAJA apoyar a la nueva generación para que los sueños y esperanzas de los jóvenes den los mejores frutos.
* Artículo publicado el jueves 16 de octubre en el suplemento "Mundo Agrario" de El Mundo de Castilla y León